Un análisis inicial de los datos electorales del voto presidencial 2020 desmiente la narrativa racialista de la política estadounidense promovida incansablemente por el Partido Demócrata. Varios aspectos de los datos electorales son particularmente relevantes en mostrar el predominio de los factores socioeconómicos en el resultado.
Una comparación de las elecciones de 2016 y 2020 muestra que el principal factor de cambio fue el impacto de la pandemia y la crisis económica en sectores sustanciales de blancos de clase obrera que votaron por Biden.
Hubo un aumento importante en la participación en la clase obrera, así como en sectores de la clase media-baja golpeados severamente por la pandemia de coronavirus. Esto le facilitó a Biden ampliar el margen de su victoria en el voto popular, que se espera que alcance entre 6 a 7 millones de votos, el doble del margen de Clinton sobre Trump en 2016. Más del 66 por ciento de los votantes elegibles emitieron votos este año, el nivel más alto desde 1900, antes de que las mujeres tuvieran el derecho al sufragio. La participación no había alcanzado 60 por ciento desde 1968, cuando fue de 60,7 por ciento.
Hubo un aumento pronunciado de votos contra Trump entre los hombres, hombres blancos y hombres sin título universitario. Biden pudo despojar a Trump de los estados decimados por la pandemia de coronavirus, incluidos Wisconsin, Michigan y Arizona, por este cambio en los hombres blancos.
Biden recibió un estimado de 8,6 millones de votos más de hombres (de todas las razas) que Hillary Clinton en 2016, mientras que el voto de Trump entre hombres aumento aproximadamente 2,2 millones desde 2016. Entre todos los votantes blancos, Trump recibió 57 por ciento del voto, igual que en 2016. Sin embargo, Biden ganó 42 por ciento de los votantes blancos, un aumento del 37 por ciento recibido por Clinton en 2016. En general, un estimado de 6,4 millones de personas blancas más votaron por el demócrata en 2020 que en 2016.
Entre los hombres blancos, Trump sufrió una leve caída en 2020, recibiendo aproximadamente 28,77 millones de votos en 2020 comparado a 28,83 en 2016, a pesar del aumento en la participación de hombres blancos. Si bien Biden no obtuvo la mayoría de este grupo, recibió aproximadamente 5,4 millones de votos más de hombres blancos que Clinton en 2016.
En 2020, tanto Trump como Biden recibieron más votos de personas blancas sin títulos universitarios. Mientras que Trump fue apoyado por aproximadamente 3,1 millones más en 2020 que en 2016, Biden obtuvo unos 5 millones de votos más que Clinton. En otras palabras, Biden atrajo a los nuevos votantes de esta categoría por un margen de 60 a 40. El porcentaje del voto a Trump cayó levemente desde 2016, mientras que el porcentaje demócrata aumento de 29 a 35 por ciento.
Los resultados de 2020 también muestran un giro contra Trump en la clase obrera.
Hubo un incremento aproximado de 23 millones de votos para tanto Biden como Trump de votantes con ingresos familiares menores a $100.000 en comparación con lo recibido por Clinton o Trump en 2016. Entre los trabajadores con ingresos familiares de menos de $50.000, Trump obtuvo 2,1 millones de votos más que en 2016, mientras que Biden recibió 4,9 millones más que Clinton. Esto aumentó el porcentaje para los demócratas de 53 por ciento en 2016 a 57 por ciento en 2020.
En el grupo más adinerado, Trump aumento significativamente su apoyo. En 2016, Clinton y Trump empataron en las familias con ingresos mayores a $100.000, con cada uno obteniendo aproximadamente 21,8 millones de votos. Pero en 2020, varios millones de personas acomodadas cambiaron su apoyo a Trump. Los votantes más ricos apoyaron a Trump porque su política de “inmunidad colectiva” ha alimentado el auge del mercado bursátil y enriquecido a esta capa parásita.
Pero, en relación con el electorado, los votantes con ingresos familiares de más de $100.000 cayeron sustancialmente de 34 por ciento a 28 por ciento, un estimado de 3 millones de votos menos de 2016 a 2020.
Esto no es tanto el producto de una disminución en la participación de los ricos, quienes siempre votan con más consistencia. Principalmente refleja el empeoramiento en la posición económica de sectores sustanciales de la clase media-baja, quienes pasaron de recibir ingresos mayores a $100.000 en 2016 a caer en el rango de $50.000-$100.000 en 2020. Esta capa, seriamente impactada por el desempleo masivo causado por la pandemia, ahora representa 39 por ciento del electorado, un aumento masivo comparado al 30 por ciento en 2016.
Los “nuevos” votantes en la categoría de $50.000-$100.000 (es decir, aquellos que estaban en la categoría más pudiente en 2016 o que no votaron por ninguno de los dos principales partidos en 2016) emitieron un estimado de 14,1 millones de votos por Biden y 5,2 millones de votos por Trump. Si bien Trump ganó esta categoría por un margen de 49 contra 46 por ciento en 2016, Biden la ganó en 2020 por un margen de 56 contra 43 por ciento.
Es particularmente notable el apoyo a Trump entre las mujeres, los ricos, y las secciones más pudientes de afroamericanos, latinos, estadounidenses asiáticos y población LGBT.
Entre los hombres afroamericanos, Trump aumentó su porcentaje del voto de 13 por ciento en 2016 a 18 por ciento en 2020, involucrando un aumento de aproximadamente 500.000 votos. Los demócratas solo aumentaron su participación en el voto de hombres negros en 600.000, lo que significa que Trump y los demócratas se repartieron los “nuevos” votos de hombres afroamericanos casi a la mitad.
Entre las mujeres afroamericanas, Trump duplicó su total y porcentaje del voto. Trump solo recibió el cuatro por ciento de las mujeres afroamericanas en 2016, con unos 383.000 votos. En 2020, Trump obtuvo el ocho por ciento u 868.000 votos. Estos son aumentos sin precedentes.
Mientras que las encuestas de boca de urna no dividen el voto afroamericano por ingresos, sí divide el voto de “no blancos” general por nivel educativo, que es el indicador a ingreso más cercano disponible. Trump consiguió un estimado de 1,5 millones de votos más de este sector generalmente más pudiente de la población [con título universitario], un total de 5,4 millones, comparado al 2015. Aumentó su porcentaje de 22 por ciento en 2016 a 27 por ciento en 2020.
Las cifras entre votantes latinos son similares a las de los afroamericanos y estadounidenses asiáticos. Entre los votantes LGBT, Trump triplicó su total y duplicó el porcentaje del voto LGTB. En 2016, Trump recibió aproximadamente 950.000 votos de personas LGTB o 14 por ciento del total frente a un 77 por ciento de los demócratas. En 2020, Trump recibió 3 millones de votos o 28 por ciento del total frente al 61 por ciento demócrata.
A pesar de que no hubo un aumento en la participación electoral de jóvenes (18 a 29 años), Trump perdió 600.000 votos de este grupo comparado con 2016, mientras los demócratas ganaron casi dos millones más. Los jóvenes compusieron una proporción un poco menor que en 2016 del total, pero el giro contra Trump fue muy sustancial.
El derrumbe de la narrativa racialista ha enfurecido a aquellos dedicados profesionalmente a promover divisiones raciales alegando que EE.UU. está arraigado en la “supremacía blanca” y que Trump es el representante natural del hombre blanco. Mantener la narrativa racialista es crítico para los intereses sociales de capas privilegiadas de la clase media-alta que la utilizan para avanzar sus propios intereses.
Charles Blow del New York Times escribió una columna de opinión el miércoles señalando algunos de los giros en la votación de afroamericanos mencionados pero concluyendo que esto solo subraya “el poder del patriarcado blanco” y su habilidad de “cruzar los géneros, las orientaciones sexuales e incluso las razas”. Es decir, según el argumento absurdo de Blow, un sector cada vez más grande de afroamericanos (más pudientes) y otras minorías votaron por Trump para defender la supremacía blanca.
Los factores dominantes detrás de los patrones de voto son de carácter socioeconómico, pero esto no significa automáticamente que los trabajadores son conscientes de sus intereses de clase independientes. Los trabajadores están sometidos a toda clase de influencias y manipulaciones, incluyendo aquellos que votaron por Trump, quien buscó a su manera nociva apelar a las incertidumbres económicas y capitalizar la hostilidad hacia el Partido Demócrata, que es tanto como los republicanos un partido de rescates bancarios, guerra y desigualdad social.
El gran peligro es que, dentro del marco del sistema político existente, controlado por ambos partidos capitalistas, no existe ninguna expresión de los intereses sociales y económicos auténticos de la gran mayoría de la población, la clase obrera de todas las razas y géneros.
La tarea de los socialistas es desarrollar dentro de la clase obrera una consciencia de clase auténtica y construir un movimiento político basado en sus intereses de clase comunes en oposición al sistema capitalista.
(Publicado originalmente en inglés el 6 de noviembre de 2020)