Esta semana, el presidente estadounidense Joe Biden, el primer ministro británico Boris Johnson y el presidente francés Emmanuel Macron viajarán a Bruselas, Bélgica, para participar en una cumbre de la OTAN. El encuentro, en efecto, consiste en un gabinete de guerra que organizará una importante intensificación del conflicto de EE.UU. y la OTAN contra Rusia.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg prometió desde la cumbre que impondría “costes sin precedentes para Rusia”. Resumiendo los despliegues de tropas que se han realizado en las fronteras con Rusia, declaró:
Ya hay cientos de miles de tropas aliadas a disposición elevada de toda la Alianza. Cien mil tropas estadounidenses en Europa. Y 40.000 fuerzas bajo el mando directo de la OTAN, en su mayoría en la parte oriental de la Alianza. Todos cuentan con un apoyo importante de poder aéreo y naval, incluyendo cinco grupos de ataque de portaaviones en el Alto Norte de Europa y el Mediterráneo.
Comentando sobre el resultado anticipado de la cumbre, Stoltenberg afirmó, “Espero que los líderes se pongan de acuerdo sobre fortalecer la postura de la OTAN en todos los ámbitos, con importantes aumentos de nuestras fuerzas en la parte oriental de la Alianza, en tierra, aire y mar”.
Stoltenberg luego amenazó a China. “Beijing se ha unido a Moscú en cuestionar el derecho de las naciones independientes a elegir su propio camino”, dijo. Las amenazas de Stoltenberg contra China, haciendo eco de las declaraciones de Biden de la semana anterior, ponen de manifiesto la realidad básica de que la invasión rusa ofreció a EE.UU. y la OTAN el pretexto para poner en marcha planes desarrollados hace mucho para un “conflicto de grandes potencias”: una gran guerra mundial para reimponer el yugo colonial sobre Rusia y China.
Sin embargo, cabe notar que el punto de referencia histórico de Stoltenberg no fue la invasión rusa de Ucrania el mes pasado, sino el golpe de Estado de 2014 que fue encabezado por fascistas y convirtió a Ucrania en un instrumento de la OTAN. “Desde 2014, los aliados [de la OTAN] han entrenado a las fuerzas armadas ucranianas y fortalecido significativamente sus capacidades. Están poniendo en práctica ese entrenamiento ahora, en los frentes de batalla, con una gran valentía”.
Stoltenberg no se molestó en ocultar la acumulación militar masiva de la OTAN a través de las fuerzas ucranianas de los últimos ocho años. Afirmó que la OTAN “ha suministrado sistemas antitanques y antiaéreos, drones, combustible y municiones, así como ayuda financiera”.
Continuó: “Me gustaría aplaudir la valentía y el profesionalismo de las Fuerzas Armadas ucranianas. Me he reunido con ellas en Ucrania y estamos muy conscientes de que, comparado a su condición en 2014, esta es una fuerza totalmente diferente ocho años después. Las Fuerzas Armadas ucranianas de hoy son mucho más grandes, están mucho mejor equipadas, mucho mejor entrenadas, mucho mejor lideradas. Tienen una logística mucho mejor que en 2014”.
La principal razón por la que los rusos están sufriendo bajas asombrosas es que están combatiendo un ejército armado y entrenado por la OTAN. Como resultado, dijo Stoltenberg, el ejército ucraniano “ha podido resistir y enfrentarse a una invasión rusa mucho más grande”.
En su declaración del 28 de febrero, “La OTAN va a la guerra contra Rusia”, el WSWS señaló que “las causas e intereses esenciales de las guerras frecuentemente no son claros al inicio. Son ocultados por la avalancha de propaganda. Tarde o temprano, las fuerzas impulsoras más subyacentes y el significado del conflicto salen a la luz”.
Tres semanas luego, ha quedado claro que no se trata de solo una guerra en Ucrania, sino un impulso de EE.UU. y las otras potencias imperialistas de la OTAN hacia una guerra con Rusia y un nuevo reparto del mundo. La desesperada invasión rusa de Ucrania, que fue provocada por las propias potencias imperialistas, les ha dado un pretexto.
En una reunión con la Mesa Redonda Empresarial de EE.UU., previo a la cumbre de la OTAN, Biden apuntó a los planes largamente elaborados que se están poniendo en marcha ahora.
“Como ya lo saben, nos encontramos en un punto de inflexión”, afirmó Biden. “Esto ocurre cada tres o cuatro generaciones. Como me lo dijo una de las personas con mayor rango militar en una reunión sobre seguridad el otro día, 60 millones de personas murieron entre 1900 y 1946”.
Añadió que “este es uno de esos momentos en que las cosas cambian… Va a haber un nuevo orden mundial allá afuera y debemos liderarlo”.
La frasee “nuevo orden mundial” tiene un origen viejo y sangriento.
El 11 de septiembre de 1990, el presidente estadounidense George H. W. Bush, dio un discurso llamado “Haca un nuevo orden mundial”. Ahí declaró, “La crisis del golfo Pérsico, por más grave que sea, también ofrece una rara oportunidad para dirigirnos haca un periodo histórico”.
Como lo hace ahora en la crisis en Ucrania, Estados Unidos maniobró para que Irak invadiera un país vecino para tener un pretexto de poner en marcha los planes de guerra que había elaborado mucho antes. La guerra del golfo Pérsico dio pasó a una erupción de militarismo estadounidense que continuó a través de las guerras en Yugoslavia, la “guerra contra el terrorismo” y las invasiones de Afganistán e Irak, el derrocamiento estadounidense del Gobierno libio y la campaña de años de desestabilización contra Siria.
El “nuevo orden mundial” de Biden involucra la transición de los 30 años de guerras e intervenciones en Oriente Próximo y Asia central, que se han cobrado más de un millón de vidas, hacia un conflicto contra Rusia y China, lo que presenta la amenaza de una Tercera Guerra Mundial con armas nucleares.
Los titulares en la prensa capitalista exponen la temeraria manía bélica que se ha apoderado de la clase gobernante, movilizando tras ella a los sectores adinerados de la clase media. “La OTAN planea aumentar sus fuerzas en el flanco oriental”, sacó a relucir el New York Times. Otro artículo del Times afirma que “tanto Rusia como Estados Unidos tienen armas nucleares que son mucho menos destructivas, con una fuerza que es meramente una fracción de la fuerza de la bomba de Hiroshima y cuyo uso quizás es menos aterrador y más imaginable”.
David C. Gompert, director en funciones de la Inteligencia Nacional bajo Obama, escribió en un artículo de opinión en el Wall Street Journal que EE.UU. “cuenta con fuerzas nucleares más precisas, fiables y que ofrecen una mayor probabilidad de supervivencia, que podrían destruir aún más la disuasión estratégica rusa en el terreno. Cualquier misil ruso que sobreviva dichos ataques de desarme serían interceptados por los sistemas de misiles de defensa estadounidenses”.
El régimen de Putin, ante el fracaso de su plan para una guerra limitada en Ucrania que buscaba utilizar para presionar a la OTAN a negociar sobre sus preocupaciones de seguridad, está intentando escapar la trampa a la que fue atraído, recurriendo a amenazas nucleares. El mundo podría enfrentarse a una crisis distópica que acabe con “una gran explosión nuclear”, dijo el expresidente ruso y aliado de Putin, Dmitri Medvédev el miércoles.
La interacción de la imprudencia de la OTAN, alimentada por una seria de crisis internas entrecruzadas, y la desesperación de Rusia han creado una situación extraordinariamente explosiva.
Esta peligrosa escalada debe ser detenida por el desarrollo de un movimiento de masas contra la guerra, basado en la clase obrera internacional.
Existe un movimiento cada vez más grande de los trabajadores en todo el mundo contra la desigualdad social y la explotación. Las consecuencias del impulso bélico están alimentando las protestas y las huelgas por a inflación y la pobreza masiva.
Esto se combina con el continuo impacto de la pandemia de COVID-19. Como resultado de las políticas criminales de la clase gobernante, el COVID-19 ha matado a más de 6 millones de personas a nivel global, incluyendo más de 1 millón solo en EE.UU.
La lucha contra la guerra imperialista debe ir de la mano de estas luchas en curso y se debe desarrollar como un movimiento político consciente e internacional por el socialismo. Esto significa la construcción del Comité Internacional de la Cuarta Internacional y sus Partidos Socialistas por la Igualdad afiliados en cada país.
(Publicado originalmente en inglés el 23 de marzo de 2022)