Han pasado 10 días desde que el periodista Seymour Hersh informara de que la administración Biden llevó a cabo un acto de terrorismo internacional dirigido contra la infraestructura energética civil de Europa. El gasoducto Nord Stream se construyó para suministrar gas ruso directamente a Alemania. Hersh escribió que buzos de la Marina estadounidense colocaron los explosivos que detonaron el gasoducto el 26 de septiembre de 2022.
Seymour Hersh es un periodista galardonado con el Premio Pulitzer, que desempeñó un papel fundamental en algunas de las más importantes revelaciones de actividades delictivas del gobierno de Estados Unidos, como el espionaje nacional, la masacre de My Lai y el escándalo de torturas de Abu Ghraib.
Pero su revelación, publicada en Substack, de que Estados Unidos destruyó directamente los gasoductos Nord Stream es quizá su informe más significativo hasta la fecha.
Es aún más revelador que, en mayor medida que cualquiera de sus historias anteriores, el informe de Hersh no haya recibido prácticamente ninguna cobertura en los principales medios de comunicación impresos y audiovisuales de Estados Unidos.
El informe original de Hersh incluía una cita de respuesta de Adrienne Watson, portavoz de la Casa Blanca, que declaró: 'Esto es falso y una completa ficción'.
Estas declaraciones generales han sido repetidas en múltiples ocasiones por la Casa Blanca, combinadas con acusaciones ad hominem contra Hersh acusándole de haber hecho afirmaciones falsas, que nunca se especifican, en el pasado.
Más allá de estos desmentidos generales, el gobierno estadounidense no ha respondido de forma sustantiva. A pesar de los múltiples detalles concretos de los que se informa en el artículo de Hersh, la administración Biden no ha intentado desmentir ni uno solo.
El silencio de la administración Biden ha contado con la ayuda de los medios de comunicación estadounidenses, que han suprimido deliberadamente cualquier debate sobre la historia. Este silencio, más que cualquier otra cosa, sirve como confirmación de la corrección fundamental de la afirmación de Hersh.
El New York Times, el Washington Post y el Wall Street Journal no han publicado ni un solo artículo dedicado a la historia.
Lo más parecido a una respuesta seria fue un artículo que apareció en Snopes 'desacreditando' el artículo de Hersh, bajo el título 'Claim That US Blew Up Nord Stream Pipelines Relies on Anonymous Source'.
El argumento central del artículo de Snopes es que el artículo no puede ser creído, porque Hersh basa su información en las declaraciones de una única fuente anónima. El problema, sin embargo, es que la prueba más incriminatoria que apunta a la complicidad de Estados Unidos en la voladura de los oleoductos es el propio gobierno estadounidense.
El 7 de febrero, antes de la invasión, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, declaró públicamente: 'Si Rusia invade... ya no habrá Nord Stream 2. Acabaremos con él. Le pondremos fin'.
En un testimonio ante el Congreso en enero, la subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos, Victoria Nuland, dijo: 'Creo que la administración está muy satisfecha de saber que Nord Stream 2 es ahora, como a usted le gusta decir, un trozo de metal en el fondo del mar'.
(Resulta revelador que el artículo de Snopes no cite el testimonio de Nuland).
Tales declaraciones son el equivalente de la cita atribuida a Enrique II de Inglaterra antes de la muerte de Thomas Becket, arzobispo de Canterbury en 1170: '¿Nadie me librará de este sacerdote turbulento?'.
Las declaraciones de Biden y Nuland constituyen una causa probable para sospechar de Estados Unidos por haber destruido los oleoductos. Estados Unidos no sólo tenía un motivo para destruir los gasoductos —cementar la dependencia europea del gas natural estadounidense—, sino que los funcionarios estadounidenses declararon que están 'gratificados' de que alguien haya hecho realidad sus deseos.
Lo que Hersh hizo, sin embargo, fue explicar los medios por los que Estados Unidos hizo realidad los motivos y amenazas expresados por Biden y Nuland. Al hacerlo, Hersh puso patas arriba la mentira central difundida por los medios de comunicación y la administración de Biden sobre la guerra en Ucrania.
Según la narrativa oficial, el conflicto que estalló en febrero de 2022 fue una 'guerra elegida' por Vladimir Putin y 'no provocada' por la OTAN. Estados Unidos y sus aliados han respondido, según este relato, a las incalificables maldades perpetradas por el gobierno ruso.
Hersh explicó, sin embargo, que Estados Unidos empezó a planear su ataque contra los gasoductos Nord Stream meses antes del estallido de la guerra. Lo hizo en pos de una política definitiva dirigida no sólo contra Rusia, sino también contra sus aliados europeos. Explicando lo que ocurriría si el gasoducto Nord Stream entraba en funcionamiento, Hersh escribió: 'Putin tendría ahora una importante fuente de ingresos adicional y muy necesaria, y Alemania y el resto de Europa Occidental se volverían adictos al gas natural de bajo coste suministrado por Rusia, disminuyendo al mismo tiempo la dependencia europea de Estados Unidos'.
En otras palabras, Estados Unidos trabajó para provocar e instigar la guerra en Ucrania y socavar cualquier resolución diplomática, porque buscaba beneficiarse del estallido de la guerra.
Si los medios de comunicación estadounidenses se unen ahora al silencio de la administración Biden sobre los bombardeos del Nord Stream, es porque también ellos han quedado al descubierto por las revelaciones de Hersh.
Durante casi un año, han promovido sin cesar la afirmación de la 'guerra no provocada', con el objetivo de ahogar la pregunta más crítica: ¿Cuáles son los objetivos de Estados Unidos en la guerra?
Cualquier examen de esta cuestión, a su vez, demostraría que decenas de miles de soldados y civiles ucranianos han perdido la vida en una guerra provocada e instigada por Estados Unidos.
Esta es la razón por la que los medios de comunicación estadounidenses guardan silencio sobre las revelaciones de Hersh.
(Publicado originalmente en inglés el 17 de febrero de 2023)