El martes, la dirigencia del sindicato Writers Guild of America (WGA) puso fin a una huelga de 11.000 guionistas de cine y televisión que se había prolongado casi cinco meses con base en un acuerdo favorable a la patronal. Con desprecio a los derechos democráticos de los guionistas, la huelga fue acabada antes de que se votara el acuerdo y cuando decenas de miles de actores siguen en huelga. Las bases tendrán “derecho” a afirmar el acuerdo que el sindicato ha tildado de “excepcional” a partir de la próxima semana.
Los guionistas deben rechazarlo y luchar por movilizar a toda la clase trabajadora en oposición a los ataques de la clase trabajadora a sus empleos y niveles de vida.
El carácter antidemocrático y traicionero del regreso al trabajo ha sido revelador. Los ejecutivos de algunos de los mayores conglomerados intervinieron personalmente en la negociación en las últimas semanas. El presidente Joe Biden y el gobernador de California, Gavin Newsom, ambos demócratas, también hicieron sentir su presencia. El mensaje de estas poderosas fuerzas de la élite es claro: es tiempo de ponerle fin a esto. La cúpula del WGA obedeció.
El WGA ha cumplido la función de un agente de la patronal y el Gobierno en esta huelga, precisamente como el UAW, Teamsters y toda la burocracia sindical en sus industrias respectivas.
Actualmente, los funcionarios del WGA, el resto de la confederación AFL-CIO, la Casa Blanca, otros líderes demócratas, la prensa y la pseudoizquierda están declarando de forma unánime que el acuerdo tentativo alcanzado el domingo constituye un avance histórico.
Esto es un fraude. Los guionistas han visto una caída de 23 por ciento en sus salarios reales durante la última década pero el acuerdo incluye “aumentos” salariales que, de hecho, son menores a la tasa de inflación. Esto significa que caerán aún más.
El acuerdo, según el WGA, solo costará a las compañías de miles de millones de dólares 233 millones de dólares al año, por debajo de la demanda del sindicato de 429 millones de dólares, que ya era completamente inadecuada.
El coste para las compañías es poco más de lo que ganó Bob Iger de Disney, de 2018 a 2022 (210 millones de dólares) y, sorprendentemente, 13 millones menos de lo que se embolsó en dos años el director ejecutivo de Warner Bros. Discovery, David Zaslav.
Cuando los conglomerados entren en acción, el acuerdo provisional se verá como lo que es: un acuerdo que no hace nada para detener su despiadado afán por organizar una industria basada en el trabajo “gig” o casual. Contrariamente a los que dicen los funcionarios sindicales, que ocasionalmente actúan como demagogos, las políticas de las empresas no están determinadas únicamente, ni siquiera principalmente, por la “codicia” personal, por muy rapaces que sean individualmente los distintos ejecutivos, sino por las leyes e imperativos sociales y económicos objetivos del sistema capitalista. En cuanto a la inteligencia artificial, la dotación de personal y los ingresos residuales, las empresas encontrarán la manera de sortear cualquier obstáculo menor que se les ponga en el camino.
Las grandes empresas se ven obligadas. Después de haber perdido medio billón de dólares de su valor de mercado en 2022, las empresas del espectáculo, y Wall Street empuñando el látigo, tienen toda la intención de seguir adelante con la reducción de costes y la destrucción de puestos de trabajo.
En una de las evaluaciones más desapasionadas, el Radio and Television Business Report señalaba sin rodeos en un titular esta semana: “El impacto financiero del acuerdo de WGA no es gran cosa”. El sitio web señalaba que Moody's Investors Services no “esperaba que el acuerdo tuviera un impacto notable en la salud financiera de las empresas de medios de comunicación afectadas”.
Forbes señalaba que “es posible que muchos de los que se declararon en huelga... descubrirán que sus puestos de trabajo siguen en peligro, o simplemente han desaparecido”. En la misma línea, CNN observaba que “la triste realidad es que puede que haya menos oportunidades para todos, ya que los días del apogeo de la televisión parecen destinados a dar paso a recortes y a una mayor selectividad”.
La “huelga dual” de guionistas y actores surgió como parte de una situación social y política volátil en Estados Unidos y en el mundo, y a su vez la agravó. Indignados por décadas de ataques incesantes y deterioro de sus condiciones, cientos de miles de trabajadores de UPS, la industria automotriz, la salud y otros sectores entraron en lucha este año para recuperar una parte de lo que han perdido.
El Wall Street Journal señala con angustia que Estados Unidos “ha perdido más de siete millones de días laborables por conflictos sindicales este año hasta agosto, más que en cualquier año completo desde el año 2000, y las cifras no incluyen la huelga del United Auto Workers que comenzó este mes”. El Journal añade que “podría haber más huelgas”, refiriéndose a las luchas de 53.000 trabajadores de limpieza, barténderes y otros trabajadores en Las Vegas; 75.000 trabajadores sanitarios de la gigante empresa Kaiser Permanente; y 26.000 tripulantes de American Airlines.
Las cifras de las huelgas son en sí solo un pálido y parcial reflejo de la ira que hierve en la clase obrera.
Las burocracias sindicales hacen todo lo posible para sofocar las acciones de los trabajadores en aras de imponer concesiones, aumentar la explotación y subordinar la vida en EE.UU. a la política de guerra imperialista. Sistemáticamente obstaculizan, desmoralizan y sabotean cualquier acción concertada de la clase obrera.
Los guionistas esperaban que los actores del sindicato Screen Actors Guild-American Federation of Television and Radio Artists (SAG-AFTRA) se unieran a ellos en los piquetes. Solo una minirrevuelta de miles de actores impidió que los directivos de la SAG-AFTRA les impusieran un pésimo acuerdo.
Los guionistas y actores anticiparon entonces con impaciencia una huelga de cientos de miles de trabajadores de UPS. El sindicato Teamsters aplastó ese movimiento huelguístico. Ahora el final de la huelga de guionistas y actores pretende desanimar y aislar a los trabajadores automotores, la inmensa mayoría de los cuales siguen trabajando durante la falsa huelga “stand up” o “de pie” del aparato del UAW.
Los guionistas y actores han luchado intensamente y han demostrado una gran determinación y resistencia, pero al igual que los trabajadores de UPS y el motor, al final se han topado con una dirección sindical atada al capitalismo y a su afán de lucro, que considera a las corporaciones depredadoras como valiosos “socios”.
Además, cuentan con el apoyo de un conjunto de falsas “izquierdas”, que se dedican en gran medida a actuar como abogados defensores de las burocracias sindicales, en cuyas filas nadan como pez en el agua. Por ejemplo, la revista Jacobin, declaró que el comité negociador del WGA “dijo que el acuerdo es ‘excepcional’”, y eso le basta a Jacobin, que ir más allá de los alardes de la propia burocracia sobre sus supuestos logros “sería especular”. La tendencia mal llamada Against the Current (Contracorriente), porristas “izquierdistas” menores de las burocracias sindicales, ya declararon una “gran victoria” de los guionistas.
Por su parte, Biden y los demócratas han dado su aprobación oficial al acuerdo provisional. El “presidente más prosindical en la historia” calificó el acuerdo del WGA de “testimonio del poder de la negociación colectiva” e instó a otros empresarios a “recordar que todos los trabajadores, incluidos escritores, actores y trabajadores automotores, merecen una parte justa del valor que su trabajo ayudó a crear”. El cinismo compite con la hipocresía en estas palabras de un individuo que prohibió la huelga de los ferroviarios el año pasado y está llevando implacablemente al planeta al borde de la guerra mundial.
Como todas las huelgas y luchas que han emprendido los trabajadores, la huelga de los guionistas ha demostrado la necesidad de liberarse de las ataduras del aparato sindical, mediante la construcción de una red de comités de base, controlados por los trabajadores. Esta es la única base sobre la que los trabajadores pueden tomar las riendas de sus luchas y unificarlas en una ofensiva común contra la clase dominante.
Al mismo tiempo, la lucha de los guionistas y actores, como la de todos los sectores de la clase obrera, debe dirigirse contra la estructura de la sociedad actual y contra una cultura cada vez más dominada por belicistas, criminales, fascistas y oligarcas.
El contenido de las películas y, más tarde en el siglo veinte de la televisión, ha sido siempre un tema explosivo en Estados Unidos. La producción y popularidad de las películas en el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial que criticaban o cuestionaban, aunque fuera de forma limitada, el sistema económico estadounidense, resultaron ser intolerables para la burguesía, que llevó a cabo una cacería de brujas política para censurar e ilegalizar el pensamiento izquierdista.
Un nuevo periodo de agitación de masas, en respuesta a la desigualdad social, la guerra y el peligro de dictadura, conlleva el peligro para los poderes establecidos de un renacimiento de la producción cinematográfica y televisiva radicalizada y radicalizadora. El WGA y los demás sindicatos del espectáculo consideran inviolable y eterno el dominio corporativo sobre la vida cultural. Nunca han pronunciado una palabra en contra de este control durante la huelga actual. Este es un elemento crítico de su traición y servicio al statu quo.
Pero hay fuerzas sociales y económicas poderosas que actúan a escala mundial en la dirección opuesta, fomentando un enfoque crítico-revolucionario de la vida, más amplio e integral.
La “pluma” del escritor-artista serio nunca sirve “como juguete” para su “diversión personal ni el de las clases dominantes”, insistió una vez León Trotsky. Inevitablemente, un elemento de protesta, que a menudo implica representar “los sufrimientos, las esperanzas y las luchas de las clases trabajadoras”, forma parte de toda obra seria.
Solo la reorganización de la sociedad, sobre la base de la igualdad y la solidaridad, proporcionará las condiciones para una auténtica libertad y creatividad artísticas. La primera condición para la libertad y la creatividad en la producción de cine y televisión es que no siga siendo una actividad empresarial. Las discusiones en los piquetes han revelado un cambio, si bien aún no definido, hacia la izquierda. Las realidades objetivas llevarán a los trabajadores del cine por el camino de la lucha consciente contra todo el orden social existente.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de septiembre de 2023)
Leer más
- Millionaire celebrities delay talk show return after Writers Guild announces negotiations with studios, networks
- Secret talks between Writers Guild and studios, networks continue for third day: Strikers have a right to know what's going on
- El Sindicato de Guionistas anuncia un acuerdo con los estudios y las cadenas: Ningún acuerdo detendrá los ataques contra los ingresos y las condiciones de los guionistas
- Writers Guild orders writers to return to work before tentative agreement ratified by membership