El sábado, el Washington Post publicó un artículo de opinión del presidente estadounidense Joe Biden explicando que el apoyo de Estados Unidos al genocidio israelí en Gaza forma parte de un plan integral para dominar el mundo a través de la violencia militar.
Bajo el título “Estados Unidos no retrocederá ante el desafío de Putin y Hamás”, el artículo de Biden es una colección de sinsentidos y perogrulladas. Pero su contenido esencial es un argumento megalómano de que cualquier intento de detener la matanza en Gaza o en Ucrania mediante un alto el fuego significaría una rendición de la hegemonía mundial por parte de Estados Unidos.
En Ucrania, el Gobierno títere de Estados Unidos en Kiev se enfrenta a una debacle militar y a la propagación de manifestaciones contra la guerra por todo el país que exigen el regreso de los soldados del frente. El genocidio de Israel en Gaza —que ha matado al menos a 11.000 palestinos y desplazado a 1,5 millones— ha provocado manifestaciones masivas contra la guerra en todo el mundo, en las que han participado millones de personas.
El artículo de opinión de Biden debería dar al traste con cualquier afirmación de que Washington no ha pedido un alto el fuego en Gaza por un error o un malentendido. Más bien, Estados Unidos considera que aplastar la resistencia del pueblo palestino es fundamental para su estrategia global. Biden escribe:
Mientras Hamás se aferre a su ideología de destrucción, un alto al fuego no es la paz. Para los miembros de Hamás, cada alto el fuego representa una oportunidad para reponer su arsenal de cohetes, reposicionar a sus combatientes y reanudar la matanza atacando de nuevo a inocentes. Un resultado que deje a Hamás en control de Gaza perpetuaría una vez más su odio.
Según la cosmovisión de Biden, la condición previa para la “paz” es una rendición total por parte de los palestinos. Aunque se refiere a Hamás, lo que en realidad quiere decir es que mientras los palestinos crean posible resistir a la fuerza de ocupación que les ha robado y ocupa sus tierras, el imperialismo estadounidense seguirá armando a Israel y bombardeando a los palestinos hasta someterlos.
La lógica del argumento de Biden consiste en un estado permanente de guerra genocida hasta que el último palestino muera o sea expulsado de Gaza y Cisjordania. La consigna orwelliana de Biden es: “La guerra es paz”.
Tras declarar sin rodeos el apoyo incondicional de Estados Unidos a Israel, Biden añade con total hipocresía imperialista: “No debe haber ningún desplazamiento forzoso de palestinos de Gaza, ninguna reocupación, ningún asedio, bloqueo ni reducción del territorio”.
Esto, como todo el mundo sabe, es precisamente lo que está haciendo el Gobierno israelí. Los funcionarios israelíes han dejado claro que su objetivo es, en palabras del ministro de Agricultura de Israel, “la Nakba 2023”, o como dijo el vicecanciller Danny Ayalon, expulsar a la población palestina a “ciudades de carpas” en el desierto del Sinaí. En cuanto a un “asedio o bloqueo”, eso ya está ocurriendo, con el apoyo de la Administración de Biden.
Toda la población de Gaza ha sido sometida a niveles masivos de inanición y deshidratación y el colapso total del sistema de salud. A la población del norte de Gaza, a la que se ordenó huir o enfrentarse a la muerte, se le está diciendo una vez más que se traslade más al sur. Y después de cada atrocidad de Israel, Estados Unidos declara: “Israel tiene derecho a defenderse”.
El argumento de Biden hilvana el apoyo al genocidio de Israel con un reinicio de la “teoría del dominó” de la época de la guerra fría. Si Estados Unidos ceja en su empeño de bombardear a los palestinos hasta la sumisión, la hegemonía estadounidense se derrumbará. El presidente declara: “Hoy, el mundo se enfrenta a un punto de inflexión, en el que las decisiones que tomemos —incluidas las crisis en Europa y Oriente Próximo— determinarán la dirección de nuestro futuro para las generaciones venideras”.
Y concluye: “Tanto Putin como Hamás esperan derrumbar una estabilidad e integración regionales más amplias y aprovecharse del consiguiente desorden. Estados Unidos no puede permitirlo y no lo hará. Por nuestros propios intereses de seguridad nacional y por el bien del mundo entero”.
En la cosmovisión de Biden, los “intereses de seguridad nacional” de Estados Unidos —es decir, el dominio del imperialismo estadounidense sobre el planeta— es sinónimo del “bien del mundo entero”.
“Estados Unidos es la nación esencial...”, escribe. Cuando la clase dominante estadounidense habla del carácter “esencial” de EE.UU., lo que quiere decir es que sus intereses deben decidir la política del mundo entero. Los acontecimientos del último mes han demostrado, sin embargo, que el imperialismo estadounidense es “esencial” solo para sembrar muerte y destrucción.
Hay un contenido racional en esta combinación de locura, autoengaño y mentiras. El argumento de Biden es que, a menos que Estados Unidos intensifique despiadadamente las guerras y los enfrentamientos militares en todo el mundo —en Oriente Próximo, contra Rusia, contra China— su hegemonía mundial se derrumbará. Según Biden, Estados Unidos se enfrenta a dos alternativas: la guerra o la ruina.
Esta política de conquista mundial es la expresión de una sociedad en profunda crisis. En 1960, la participación de Estados Unidos en el PIB mundial era de casi el 40 por ciento. Hoy, solo representa el 26 por ciento. Biden está dejando claro que, a menos que el capitalismo estadounidense aproveche su supremacía militar, la hegemonía mundial del imperialismo estadounidense se erosionará aún más.
Biden se pregunta: “¿Permitiremos que quienes no comparten nuestros valores arrastren al mundo a un lugar más peligroso y dividido?”. ¿Y cuáles son “nuestros valores”?
¿Cómo puede Biden pretender luchar por la “democracia” al lado de Zelenski, que acaba de cancelar las elecciones, y de Netanyahu, que ha liderado un esfuerzo por transformar Israel en una teocracia? ¿Cómo puede Estados Unidos pretender defender el “derecho internacional” cuando los principales grupos de derechos humanos han condenado a Israel por perpetrar un genocidio?
De hecho, Biden solo tiene un “valor”: el valor del dólar. Al apoyar el genocidio en Gaza, Estados Unidos está dejando claro al mundo entero que está dispuesto a llegar a cualquier extremo, incluso los asesinatos en masa, para asegurar su dominación global.
Sin embargo, la implicación más siniestra del discurso de Biden es lo que implica sobre la oposición política interna.
¿Qué significa decir que “cada alto al fuego representa una oportunidad para reponer su arsenal de cohetes, reposicionar a sus combatientes y reanudar la matanza atacando de nuevo a inocentes”? ¿No implica eso que quienes están a favor de una resolución pacífica de la guerra son, de hecho, partidarios del terrorismo?
Si Estados Unidos está dispuesto a recurrir a cualquier medio, por criminal que sea, para garantizar su hegemonía mundial en el extranjero, responderá con la misma brutalidad a los enemigos internos del militarismo estadounidense.
Esta realidad deja claro que la lucha contra la guerra imperialista es, de hecho, una lucha contra la oligarquía financiera que domina la sociedad estadounidense. Las protestas globales de masas que han estallado en todo el mundo deben ser expandidas, profundizadas y orientadas hacia la clase trabajadora, con base en una perspectiva socialista para acabar con el sistema capitalista.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 19 de noviembre de 2023)