El sábado, las fuerzas israelíes llevaron a cabo uno de los asesinatos en masa más pavorosos de todo el genocidio. Al menos 274 personas fallecieron en un ataque al campamento de refugiados de Nuseirat en el centro de Gaza. La cifra de muertes incluye a al menos 64 niños, 57 mujeres y 37 ancianos. Otras 680 personas sufrieron heridas.
Las tropas israelíes, pretendiendo ser trabajadores humanitarios, abrieron fuego y llevaron a cabo una serie de allanamientos en todo el campamento. La masacre fue llevada a cabo supuestamente para “rescatar a rehenes”. Pero, por cada rehén rescatado, masacraron horrorosamente a 68 personas, incluyendo significativamente a tres rehenes israelíes y un ciudadano estadounidense.
La masacre tuvo lugar pocos días después de que los líderes de ambas cámaras del Congreso fijaran una fecha, el 24 de julio, para que el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu se dirija a una sesión conjunta del Congreso en Washington D.C. Es el equivalente a invitar a Hitler a hablar durante la Segunda Guerra Mundial, en pleno Holocausto.
El World Socialist Web Site llama a los trabajadores y a la juventud a responder con una manifestación masiva en Washington D.C. que coincida con la presencia de Netanyahu. El objetivo de esta concentración, sin embargo, no es simplemente protestar contra Netanyahu, sino contra el papel del imperialismo estadounidense y de toda la élite política en la dirección, financiación, armamento y justificación política del genocidio.
La invitación de Netanyahu, firmada por “la dirección bipartidista de la Cámara de Representantes y el Senado de Estados Unidos”, es una provocación política contra la oposición masiva al genocidio de Gaza, en Estados Unidos y en todo el mundo. Es una declaración de solidaridad política y moral con un asesino que ha sido acusado por el máximo fiscal de la Corte Penal Internacional de crímenes de guerra.
Al mismo tiempo, la invitación expone la relación real entre el Gobierno estadounidense y el régimen israelí. Se pide a Netanyahu que presente lo que equivale a un informe de la situación. “Le invitamos a compartir la visión del Gobierno israelí para defender la democracia, combatir el terrorismo e instaurar una paz justa y duradera en la región”, afirma.
El régimen israelí no está “combatiendo el terrorismo”. Está masacrando a todo un pueblo, y lo hace como instrumento del imperialismo estadounidense y europeo.
De hecho, la masacre del sábado se produjo con la participación directa de fuerzas estadounidenses. El New York Times confirmó que el personal militar estadounidense desplegado sobre el terreno en Israel proporcionó “inteligencia y otro tipo de apoyo” para el asalto, mientras que fuentes palestinas afirmaron que el vehículo de ayuda humanitaria en el que se escondían las fuerzas israelíes provino del muelle “humanitario” hecho por EE.UU., que se había vuelto a colocar el día anterior.
Cuando se le preguntó: “¿Apoya Estados Unidos que Israel realice más operaciones como ésta de la misma manera, incluso si muriera este número de civiles?”. el asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, declaró: “Seguiremos trabajando con Israel para hacerlo”.
Al invitar a Netanyahu, la élite política estadounidense está dejando claro que no hay “líneas rojas” o límites en el número de palestinos que el régimen israelí puede asesinar. La cifra de muertos se acerca ya a los 50.000. Cientos de miles podrían morir, incluyendo por inanición masiva, y ello no repercutiría en el apoyo de Estados Unidos.
El WSWS llama a los trabajadores de todas las fábricas y otros lugares de trabajo a organizar delegaciones para participar en la manifestación. También llamamos a los estudiantes y jóvenes a viajar a Washington D.C. para protestar el 24 de julio.
El propósito de esta manifestación no es persuadir a los criminales de guerra para que cambien de opinión. No lo harán. Se trata de poner en marcha un poderoso movimiento contra la guerra sobre la base de una auténtica estrategia contra la guerra imperialista.
Esta estrategia debe basarse en los siguientes principios:
En primer lugar, el genocidio de Gaza está inseparablemente vinculado a la erupción global del imperialismo mundial dirigido por Estados Unidos, siendo una parte fundamental de la escalada de la guerra estadounidense contra Rusia y China.
La invitación a Netanyahu se produce en medio de una gran intensificación de la guerra en Ucrania, en la que las potencias de la OTAN están interviniendo como participantes directos. La semana pasada, Biden anunció que autorizaba los ataques ucranianos contra suelo Rusia utilizando armas de la OTAN, y el presidente francés Emmanuel Macron ha anunciado que está trabajando para formar una coalición de países que enviarían tropas a Ucrania.
Los mismos Gobiernos que respaldan el genocidio en Gaza están armando al régimen títere de Ucrania. Y mientras Estados Unidos y sus aliados llevan a cabo la detención de miles de manifestantes contra el genocidio, el Gobierno ucraniano, formado por fascistas declarados, ha detenido a Bogdan Syrotiuk, un opositor socialista a la guerra y a los regímenes capitalistas tanto en Ucrania como en Rusia.
En segundo lugar, un movimiento contra la guerra debe basarse en la clase obrera.
Es la clase obrera la que luchará y morirá en la guerra, y es la clase obrera la que se verá obligada a pagar por ella. La misma crisis capitalista que produce la guerra también propicia las condiciones para acabar con la guerra, en la forma de luchas crecientes contra la desigualdad, la pobreza y los ataques a los salarios, el empleo, la salud, la educación y todos los derechos sociales de la clase obrera.
En tercer lugar, el movimiento contra la guerra debe ser completamente independiente y hostil a todos los partidos políticos y organizaciones de la clase capitalista.
El Gobierno de Biden y los demócratas han estado directamente implicados desde el principio. La semana pasada, el oponente republicano de Biden en las elecciones de 2024, Donald Trump, declaró: “Israel tiene que terminar el trabajo”. Los demócratas y los republicanos han unido fuerzas para armar el genocidio y calumniar a la oposición tildándola de “antisemita”.
A medida que intensifican la guerra en el extranjero, las élites gobernantes están recurriendo cada vez más abiertamente a formas fascistas y dictatoriales de gobierno en casa. Esto va dirigido contra toda oposición de la clase obrera a las políticas de la oligarquía corporativa y financiera.
En cuarto lugar, un movimiento contra el genocidio y contra la guerra debe ser internacional, uniendo a los trabajadores de todos los países y continentes sobre la base de sus intereses de clase comunes.
La escalada de la guerra global en marcha, al igual que la Primera y la Segunda Guerra Mundial, surge de las contradicciones del sistema capitalista mundial. Una nueva conflagración mundial solo puede evitarse mediante la movilización de la clase obrera mundial, que produce toda la riqueza de la sociedad y, por tanto, tiene el poder social y económico para oponerse a las conspiraciones de las élites capitalistas dominantes.
En quinto lugar, la lucha contra la guerra debe ser anticapitalista y socialista, ya que es imposible emprender una lucha seria contra la guerra si no es en la lucha por acabar con la dictadura del capital financiero y el sistema económico que es la causa fundamental de la guerra.
En defensa de sus intereses y del sistema de lucro capitalista, la oligarquía empresarial y financiera está conduciendo a la humanidad hacia el abismo. A la guerra permanente de la clase dominante hay que responder con la perspectiva de la revolución permanente de la clase obrera, cuyo objetivo estratégico es la abolición del sistema de Estados nación y la creación de una federación socialista mundial.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de junio de 2024)