Han pasado dos semanas desde que la huelga de decenas de miles de trabajadores académicos en la Universidad de California (UC) fue detenida por una orden judicial, obedecida obedientemente por la burocracia del sindicato United Auto Workers (UAW). Estudiantes de posgrado, asistentes de enseñanza, investigadores y otros trabajadores académicos comenzaron su huelga el 20 de mayo para oponerse al genocidio patrocinado por Estados Unidos en Gaza y la represión policial de las protestas en campus universitarios de todo el país.
La huelga fue una experiencia estratégica importante. No fue iniciada por la burocracia del UAW, sino por los trabajadores académicos de base que estaban luchando para conectar la lucha contra la inseguridad económica que enfrenta toda una generación de jóvenes trabajadores con la lucha contra la guerra imperialista.
El UAW, bajo la presidencia de Shawn Fain, retrasó repetidamente el llamado a la huelga, a pesar del voto abrumador a favor de tal acción después de que trabajadores académicos y estudiantes de UCLA fueran atacados por matones sionistas y la policía. Cuando el sindicato finalmente convocó la huelga, la limité a solo 2.000 trabajadores y solo en uno de los 10 campus del sistema UC.
El UAW se vio obligado a expandir el paro a seis de los 10 campus y a 30.000 de los 48.000 trabajadores de UC debido a las amenazas de los trabajadores de base de llevar a cabo huelgas salvajes desafiando a la burocracia del UAW.
El terror en la clase dominante de que esto pudiera expandirse explica las despiadadas medidas pseudolegales utilizadas para poner fin a la huelga. El argumento de la administración de UC de que la huelga era “ilegal” debido a sus objetivos políticos equivale a una declaración de que la clase trabajadora debe ser políticamente despojada bajo el dominio de los dos partidos proguerra. Mientras tanto, la policía continuó atacando los campamentos de protesta en todo el país, incluyendo UC Santa Cruz y Wayne State University.
La importancia de la huelga y las medidas de represión utilizadas para acabar con ella anticipan un enfrentamiento aún más amplio y explosivo entre la clase trabajadora, que está siendo obligada a pagar el costo de la guerra, y el imperialismo estadounidense y mundial.
Después de meses de manifestaciones globales contra el genocidio que el régimen sionista y los gobiernos capitalistas de todo el mundo ignoraron, la huelga de UC señaló en forma embrionaria la entrada de la clase trabajadora en la lucha contra la guerra.
El genocidio en Gaza es solo un frente en una Tercera Guerra Mundial en expansión. Estados Unidos y las potencias europeas están tratando de compensar su declive reconquistando antiguas colonias y destruyendo a sus rivales estratégicos, especialmente Rusia y China.
Mientras la huelga se desarrollaba, la administración Biden comenzó a armar a sus fuerzas proxy ucranianas con armas capaces de golpear ciudades rusas, aumentando el peligro de una guerra nuclear. La Casa Blanca también impuso aranceles sin precedentes sobre las exportaciones chinas, como parte de los preparativos para una guerra con China. Mientras tanto, el genocidio ha continuado con el pleno apoyo de Estados Unidos, que sigue proporcionando armas al ejército israelí.
El ataque a la libertad de expresión se ha expandido globalmente. La policía ha atacado protestas contra el genocidio en toda Europa, incluyendo en la Universidad Humboldt en Berlín, a poca distancia de donde los nazis quemaron libros en la década de 1930. La policía secreta alemana también ha designado a los Jóvenes y Estudiantes Internacionales por la Igualdad Social (JEIIS, o IYSSE en inglés) como un “grupo extremista de izquierda” mientras el JEIIS lograba importantes avances en las elecciones del parlamento estudiantil en Humboldt.
El régimen cliente de la OTAN en Ucrania también ha arrestado al socialista antiguerra Bogdan Syrotiuk por su asociación con el World Socialist Web Site, y ha prohibido el WSWS con el argumento absurdo y falso de que es un medio de propaganda prorrusa.
Toda la sociedad está siendo puesta en pie de guerra. Los campus están siendo convertidos de centros de estudio y debate en centros de propaganda controlados por el aparato militar-inteligencia y Wall Street. El sistema de la Universidad de California, que tiene más de 30.000 millones de dólares invertidos en la maquinaria de guerra estadounidense y en el sionismo, es un pilar central de esta transformación.
La burocracia del UAW intentó desviar la atención de los huelguistas hacia demandas de desinversión por parte de universidades individuales. Promovieron la mentira de que los trabajadores académicos podían ajustar cuentas con el imperialismo a través de la negociación colectiva y conversaciones bilaterales con los administradores del campus. En pocas palabras, esto es como argumentar que el Holocausto podría haber sido detenido mediante negociaciones con universidades alemanas para desinvertir del régimen nazi.
El aparato del UAW ha promovido la desinversión y las apelaciones a la Junta de Relaciones Públicas de Empleo (Public Employee Relations Board, PERB) precisamente porque no amenaza ni al imperialismo ni al Partido Demócrata. En realidad, los trabajadores están en una lucha contra el estado capitalista. Los repetidos ataques a los estudiantes de UC han sido coordinados por todo el Partido Demócrata, incluyendo a la Junta de Regentes de UC, el gobernador Gavin Newsom, la alcaldesa de Los Ángeles Karen Bass, así como el presidente de Estados Unidos Joe “el Genocida” Biden.
La administración Biden ha supervisado una campaña nacional y bipartidista para aplastar las protestas en los campus, que han llevado a más de 3.000 arrestos, la gran mayoría estudiantes y trabajadores académicos.
Tanto demócratas como republicanos han promovido la gran mentira de que las manifestaciones antigenocidio son “antisemitas” a pesar de que un gran número de manifestantes son jóvenes judíos que se oponen a los crímenes del régimen sionista. Han amenazado a las universidades con cortar los fondos federales si no son lo suficientemente enérgicas contra los manifestantes, y han pedido sanciones y la deportación de estudiantes extranjeros por participar en las protestas.
Ayudando a los demócratas han estado los Demócratas Socialistas de Estados Unidos (DSA, siglas en inglés), el Partido por el Socialismo y la Liberación (PSOL, sigla en inglés) y otras organizaciones pseudoizquierdistas de clase media. Estos grupos buscaron deliberadamente minimizar el papel de la administración Biden, el Partido Demócrata y la burocracia del UAW, que está en gran parte controlada por la pseudoizquierda a través de la facción dirigente Unite All Workers for Democracy.
El papel de la burocracia sindical es intentar estrangular la lucha de clases para preparar el frente interno para la guerra. Mientras pretendía estar organizando una lucha contra el genocidio, sus políticas reales se mostraron al inicio del año cuando apoyó la reelección del Biden y expulsó a los manifestantes antigenocidio del salón donde Biden dio su discurso de aceptación.
Los esfuerzos del UAW por sabotear la huelga fueron un elemento clave en la respuesta del gobierno. No cabe duda de que los altos funcionarios del UAW estuvieron en contacto con la Casa Blanca en cada paso de la huelga.
La administración Biden está persiguiendo una política de corporativismo, es decir, la unión del estado con las principales corporaciones y la burocracia sindical en nombre de la prosecución del “interés nacional”. Como parte de esto, la Casa Blanca ha trabajado con la burocracia para vender y bloquear una huelga tras otra en industrias clave, incluyendo petróleo y gas, los muelles, UPS y la logística y, de forma infame, los ferrocarriles, donde Biden y el Congreso prohibieron preventivamente una huelga nacional.
El UAW modeló la huelga en UC después de la llamada “huelga escalonada” en la industria automotriz del año pasado. Esta fue una huelga limitada y sin dientes que allanó el camino para despidos masivos, que el sindicato ocultó deliberadamente a los trabajadores. Cuando dio por terminada esa huelga, el sindicato celebró con un mitin en el que Biden apareció, frente a miles de manifestantes anti-genocidio.
Temiendo que la huelga militante pudiera inspirar acciones similares en campus y fábricas de todo el país, la burocracia del UAW también impuso un apagón informativo sobre la lucha en UC. La única forma en la que los trabajadores automotores de base en Detroit y otras ciudades industriales se enteraron de la huelga en UC fue a través de las actividades del World Socialist Web Site y su Boletín Informativo de los Trabajadores Automot ores. Pero una vez que el apagón informativo fue perforado, la huelga comenzó a generar un apoyo significativo entre los trabajadores automotrices.
Por eso el UAW capituló inmediatamente ante la orden judicial, declarando que no se podía hacer nada contra las decisiones de los tribunales capitalistas. Dieron la bienvenida a la orden judicial como una excusa para poner fin a la huelga.
Pero cada victoria histórica de la clase trabajadora ha tenido lugar en oposición al “gobierno por orden judicial” y a los intentos de ilegalizar la lucha de clases. Mientras tanto, la respuesta histérica a los procedimientos en la Corte Penal Internacional contra los principales políticos israelíes muestra que la clase dominante se niega a aceptar cualquier restricción legal a sus propias actividades.
La alianza corporativista entre la Casa Blanca y la burocracia solo creció durante la huelga. El presidente del UAW, Fain, ha sido designado para el Consejo de Exportaciones de la Casa Blanca junto a CEOs de corporaciones, donde está ayudando a organizar la guerra comercial contra China.
Pero esta estrategia está siendo amenazada por el enorme odio hacia la burocracia por parte de la base después de repetidas traiciones. Esto ha producido una crisis dentro de la propia burocracia, en forma de recriminaciones mutuas entre Fain y otros altos funcionarios y la repentina negativa a seguir cooperando con un monitor designado por la corte tras un escándalo de corrupción que había enviado a más de una docena de altos funcionarios a prisión.
La principal lección de la huelga en la Universidad de California es que la clase trabajadora debe convertirse en la fuerza básica contra la guerra. Esto requiere una lucha contra el sistema político pro-capitalista y pro-guerra y la burocracia sindical que lo defiende. Organizar esta lucha significa el desarrollo de nuevas estructuras, comités de base, que unan a los trabajadores de diferentes industrias en una lucha común contra la gerencia, los políticos procorporativos y los saboteadores de la burocracia sindical.
Durante toda la huelga, el World Socialist Web Site y el Partido Socialista por la Igualdad (Socialist Equality Party, SEP) hicieron campaña para ampliar la huelga en un movimiento de toda la clase trabajadora. El WSWS se dirigió a reuniones en línea con cientos de asistentes de industrias de todo el mundo y trató de dar voz, a través de su cobertura, a la profunda oposición de los trabajadores académicos de base a la guerra y a la conducta de la huelga por parte de la burocracia sindical.
Cuando la administración de UC acudió a la corte para prohibir la huelga, el WSWS advirtió que esto era un ataque a los derechos democráticos de toda la clase trabajadora y exhortó a los trabajadores a actuar en defensa de los estudiantes.
Como el WSWS ha explicado, en virtud de sus intereses de clase y su papel estratégico como productor de la riqueza de la sociedad, la clase trabajadora global está en una posición única para, si se organiza y se arma con una perspectiva política correcta, detener la producción y distribución de equipo militar y poner fin al imperialismo y las guerras.
Pero la importancia de la clase trabajadora en la lucha contra la guerra no es solo que aumentaría el poder del movimiento al darle la capacidad de detener la producción. Más bien, la lucha de la clase trabajadora contra el capitalismo está en el centro mismo de la lucha contra la guerra porque la guerra en sí es un producto de la crisis y el colapso del capitalismo. Esto significa que la única estrategia viable contra la guerra es una basada en una lucha para acabar con el capitalismo y por la reconstrucción socialista de la sociedad.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 20 de junio de 2024)
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