Israel ha lanzado una nueva fase de su operación de limpieza étnica en Palestina dirigida a Cisjordania.
El martes y el miércoles, cientos de soldados israelíes, junto con vehículos blindados y topadoras, apoyados por drones y helicópteros, lanzaron la mayor incursión en el territorio ocupado de Cisjordania en dos décadas, apuntando a las ciudades y campamentos de Yenín, Tubas y Tulkarem.
La ciudad de Yenín, con una población de 39.000 habitantes, ha sido rodeada y sellada, y las fuerzas israelíes han bloqueado el acceso a los hospitales en toda Cisjordania. Los medios israelíes han informado de que el ataque en Cisjordania durará varios días, y se espera que el número de muertos siga aumentando.
El ministro de Relaciones Exteriores israelí, Israel Katz, dejó en claro que el objetivo es la limpieza étnica de Cisjordania: “Debemos lidiar con la amenaza al igual que lidiamos con la infraestructura terrorista en Gaza, incluida la evacuación temporal de los residentes palestinos”.
El objetivo de esta operación, como la del genocidio de Gaza, es el asesinato de tantos palestinos como sea posible y el desplazamiento de sus hogares y aldeas a fin de anexar formalmente la tierra que Israel ha ocupado ilegalmente desde 1967. En julio, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que la ocupación israelí de los territorios palestinos, incluidos Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este, es ilegal.
El asalto israelí a Gaza, que ahora tiene 10 meses, ha creado una pesadilla para su población. Según las cifras oficiales, más de 40.000 personas han muerto, y otras 10.000 se presumen desaparecidas bajo los escombros. La cifra oficial de muertos incluye a 17.000 niños.
Incluyendo a las víctimas de la provocación deliberada israelí de una hambruna y la propagación de enfermedades, la cifra real de muertos podría ser de 186.000 o más, según una estimación publicada en la revista médica The Lancet el mes pasado.
La población restante de Gaza, la mayoría de la cual se ha visto obligada a huir una y otra vez, ahora enfrenta órdenes de evacuación israelíes que cubren el 89 por ciento del territorio. El territorio restante es de solo 41 kilómetros cuadrados, sin infraestructura para suministrar alimentos, agua corriente ni saneamiento.
Israel ha emprendido una campaña concertada para obligar a las organizaciones humanitarias internacionales a frenar sus operaciones. La ONU anunció que suspendía la distribución de alimentos esta semana después de que se viera obligada a evacuar su sede en Deir al-Balah, y su Programa Mundial de Alimentos dijo que tuvo que cerrar las operaciones después de que las fuerzas israelíes dispararan contra uno de sus vehículos, que estaba claramente identificado, el miércoles. Nueve de cada 10 personas en Gaza ahora se ven obligadas a pasar 24 horas sin alimentos, y hay un aumento de enfermedades prevenibles.
Ahora, esta pesadilla se está extendiendo a Cisjordania. Los ataques israelíes en Cisjordania se han acelerado dramáticamente desde el regreso al poder del régimen de extrema derecha de Benjamín Netanyahu en 2022. El Gobierno de Netanyahu ha permitido y alentado la violencia de los colonos contra los palestinos y ha acelerado la construcción de asentamientos ilegales.
Actualmente, hay 517.000 colonos viviendo en Cisjordania, casi el doble del total de hace 20 años, y más de 200.000 en Jerusalén Este.
Netanyahu ha nombrado al ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, para supervisar la construcción dentro de Cisjordania, y el ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben-Gvir, es responsable de vigilarla. Ambos ministros de extrema derecha son colonos de Cisjordania y han pedido repetidamente la limpieza étnica de Palestina.
En enero, junio y julio de 2023, Israel lanzó importantes ataques contra el campamento de refugiados de Yenín. La redada de julio, que mató a 12 palestinos, fue condenada por las Naciones Unidas por incluir “violaciones flagrantes del derecho internacional y las normas sobre el uso de la fuerza y puede constituir un crimen de guerra”.
Estas y otras atrocidades precedieron a los ataques del 7 de octubre de 2023, de los que el Gobierno de Netanyahu tenía conocimiento previo y que facilitó al retirar a las fuerzas de seguridad de la frontera de Gaza. El régimen de Netanyahu aprovechó la oportunidad para iniciar un genocidio y limpieza étnica en la Franja de Gaza.
El genocidio de Gaza ha ido acompañado de un aumento de los ataques de colonos y redadas por parte del ejército israelí en Cisjordania y Jerusalén Este. En los últimos 10 meses, 652 palestinos han sido asesinados en estas áreas.
Este crimen masivo está siendo financiado, habilitado y defendido políticamente por Estados Unidos y sus aliados imperialistas.
El asalto a Cisjordania se produce solo un mes después de que Netanyahu diera un discurso en una sesión conjunta del Congreso de los Estados Unidos, en el que prometió expandir la guerra de Israel contra la población palestina a un conflicto en todo Oriente Próximo, apuntando centralmente a Irán.
Netanyahu recibió una ovación de pie de los miembros demócratas y republicanos de ambas cámaras del Congreso y sostuvo reuniones separadas con el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, y la vicepresidenta Kamala Harris. Después de su reunión con Netanyahu, Harris declaró: “Siempre me aseguraré de que Israel pueda defenderse, incluso de Irán y las milicias respaldadas por Irán, como Hamás y Hezbolá”. Esto representó una luz verde efectiva para expandir la guerra más allá de Gaza.
A principios de este mes, Estados Unidos aprobó una venta de armas a Israel por valor de 20.000 millones de dólares, incluidos 50 aviones de combate F-15, misiles aire-aire avanzados de alcance medio (AMRAAM, por sus siglas en inglés), municiones de tanques de 120 mm, morteros altamente explosivos y vehículos tácticos, destinados específicamente a proporcionar a Israel los recursos necesarios para expandir la guerra más allá de Gaza.
Estados Unidos está apoyando el genocidio en el marco de su creciente guerra global contra Rusia y China. Israel es el eje del frente de Oriente Próximo en esta guerra global, sirviendo como perro de ataque de Estados Unidos contra Irán y sus aliados en la región.
La expansión del genocidio a Cisjordania demuestra el fracaso total de la perspectiva de las organizaciones que hasta este momento han dominado las protestas masivas. En los Estados Unidos, han tratado de “presionar” al presidente Biden y a su sucesora elegida Kamala Harris para que dejen de apoyar a Israel.
Harris, sin embargo, ha rechazado por completo cualquier límite de la ayuda estadounidense al régimen de Netanyahu, declarando en la Convención Nacional Demócrata: “Siempre apoyaré el derecho de Israel a defenderse y siempre me aseguraré de que Israel tenga la capacidad de defenderse”.
El apoyo incondicional de todos los sectores de la élite política estadounidense al genocidio de Israel contra el pueblo palestino deriva del impulso del capitalismo estadounidense para apuntalar su hegemonía global a través de medios militares, de los cuales la subyugación neocolonial de Oriente Próximo es un elemento crítico.
En la manifestación del 24 de julio contra el discurso de Netanyahu en el Capitolio de los Estados Unidos, los miembros del Partido Socialista por la Igualdad explicaron que todo intento de exigir a los políticos capitalistas que detengan el genocidio estaban condenados al fracaso. Con el asalto masivo de Israel a Cisjordania, estas advertencias han demostrado ser correctas.
La creciente oposición global al genocidio y la limpieza étnica de Palestina requiere una estrategia completamente diferente. Debe unirse a la lucha contra todas las guerras imperialistas, incluida la guerra del imperialismo estadounidense contra Rusia y China, y fusionarse con la creciente lucha de la clase trabajadora por defender sus empleos, salarios y niveles de vida. Debe organizarse sobre la base de una perspectiva socialista, dirigida a derrocar el sistema capitalista, que es la causa fundamental de la guerra imperialista y la barbarie.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 28 de agosto de 2024)