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El Pentágono planea ataques con drones y desvía recursos “hacia la lucha contra los cárteles” en México

Dron MQ-9 Reaper de la Fuerza Aérea de Estados Unidos [Photo: USAF, Tech Sgt. Jim Bentley]

Seis funcionarios activos y retirados del Gobierno estadounidense citados por NBC News confirmaron el martes que la Administración de Trump está considerando ataques con drones en México, aparentemente contra los cárteles de la droga.

Según el informe, “no se ha descartado una acción encubierta y unilateral, sin el consentimiento de México, y podría ser el último recurso”.

Si bien NBC News informó que las discusiones aún se encuentran en las primeras etapas, los funcionarios entrevistados indican que se está elaborando una lista de objetivos potenciales. Además, el Gobierno “ya ha estado desviando recursos militares, de inteligencia y policiales hacia la lucha contra los cárteles”.

Las amenazas de ataques con drones son parte de una diplomacia de cañoneras cada vez más agresiva para subordinar a México y a la región en general a un estatus colonial.

Varios líderes republicanos han exigido acciones militares desde la última campaña presidencial, mientras que Trump habría planteado la idea de bombardear México ya en 2020, según su entonces secretario de Defensa, Mark Esper.

El secretario de Defensa, Pete Hegseth, ha hecho repetidas amenazas de operaciones militares y ha desplegado un equipo de combate de la Brigada Stryker en la frontera.

El embajador designado de Trump en México, Ronald Johnson, testificó durante su audiencia de confirmación en el Senado que no descartaba ataques militares sin el conocimiento de México. Johnson, que fue boina verde y un alto funcionario de la CIA, dirigió operaciones de contrainsurgencia durante la década de 1980 en colaboración con la dictadura militar fascista en El Salvador, la cual fue responsable de innumerables masacres de civiles.

Durante la audiencia, CNN y el New York Times expusieron vuelos de vigilancia de la CIA no reportados previamente con drones MQ-9 Reaper sobre México.

Trump ha utilizado la designación de los cárteles como organizaciones terroristas extranjeras y referencias al tráfico de fentanilo para afirmar que Estados Unidos se enfrenta a una invasión mortal que, a su vez, justifica un estado de emergencia a lo largo de la frontera, una suspensión de protecciones constitucionales como la libertad de expresión y el debido proceso bajo la Ley de Enemigos Extranjeros y otras medidas para establecer una dictadura fascistizante

El martes, el subsecretario de Defensa para Operaciones Especiales, Colby Jenkins, testificó ante un comité del Senado que la designación de Trump como organizaciones terrorista “nos ayuda a abrir las puertas” para un enfoque más amplio en la lucha contra el narcotráfico, pero no otorga automáticamente al ejército estadounidense la autoridad para tomar medidas directas contra los cárteles.

Sin embargo, Jenkins señaló que “ahora los militares pueden proporcionar opciones y estar listos si Trump necesita hacer más para proteger la frontera”, según AP.

El general Gregory Guillot, jefe del Comando Norte de los Estados Unidos que supervisa las operaciones en América del Norte, dijo a los senadores que el Pentágono ha aumentado los vuelos de vigilancia tripulados a lo largo de la frontera y solicitará la autoridad del Congreso para llevar a cabo “más tipos de operaciones de asesoramiento y asistencia” con las fuerzas especiales mexicanas.

El Gobierno mexicano de la presidenta Claudia Sheinbaum emitió una respuesta formal al informe: “Rechazamos cualquier forma de intervención o injerencia. Eso ha sido muy claro, México coordina y colabora, pero no se subordina. No hay interferencia, ni la habrá”.

Un ex alto funcionario de la Administración de Control de Drogas bajo Biden dijo a NBC News que “lejos de politiquería, Trump no está jugando con estas cosas” y que México cedería debido al “miedo”. El significado tácito era claramente el miedo a un conflicto directo entre ambos ejércitos.

Sheinbaum respondió a la noticia previamente no reportada de los vuelos de vigilancia de la CIA declarando que sus predecesores habían aceptado estos vuelos y que ella había aprobado su expansión.

En parte también para evitar los aranceles, su Gobierno firmó un acuerdo de colaboración militar con el Pentágono, desplegó 10.000 soldados mexicanos en la frontera norte contra los migrantes y los cárteles y extraditó a 29 presuntos narcotraficantes por encima de las restricciones constitucionales.

Trump ha dejado en claro los objetivos neocoloniales de su Gobierno hacia México a través de acciones comparables a las medidas tomadas por Hitler hacia Austria y los Sudetes en preparación para la guerra mundial.

Su Administración ya está bombardeando Yemen casi a diario, armando y asistiendo en los ataques aéreos diarios como parte del genocidio estadounidense-israelí en Gaza, y preparándose para enfrentamientos militares con Irán y, sobre todo, China.

Washington también ha iniciado una guerra comercial contra el mundo, impuso sanciones devastadoras a Venezuela, alegando falsamente que es responsable de la invasión de pandillas a los Estados Unidos, y amenazó con apoderarse de Groenlandia y el Canal de Panamá y convertir a Canadá en su estado número 51.

Los principales funcionarios del Partido Demócrata han expresado pocas y dispersas críticas a la política de Trump en México, incluida una declaración del líder de la minoría de la Cámara de Representantes, Hakeem Jeffries, sobre los efectos desestabilizadores de una acción militar unilateral. Sin embargo, fue el Gobierno de Biden el que preparó el escenario para la actual escalada de tensiones, a través de repetidas provocaciones, denunciando la inacción contra los cárteles, realizando operaciones policiales no autorizadas en territorio mexicano y buscando influir en las elecciones presidenciales mexicanas.

Un comentario en Al Jazeera el 7 de marzo de dos académicos, Alfonso Gonzales Toribio y Murrell Brooks, resume los cálculos históricos del imperialismo estadounidense, que son compartidos por ambos partidos:

El despliegue de tropas y la retórica cada vez más agresiva están creando las condiciones para una incursión militar estadounidense en México. Si se lleva a cabo, encajaría perfectamente en la larga historia de agresión de Estados Unidos contra su vecino del sur y América Latina en su conjunto, que comenzó hace 200 años con la llamada Doctrina Monroe...

El presidente de los Estados Unidos realmente quiere usar la acumulación militar en la frontera para intimidar a la presidenta mexicana y frenar la influencia de China en México.

Siguiendo la Doctrina Monroe, que afirmaba que las Américas eran para América, los Estados Unidos lanzaron una guerra contra México en 1846. El general Winfield Scott aterrizó en Veracruz, capturó ciudades clave y marchó hacia la Ciudad de México, lo que resultó en la toma de la mayor parte del territorio de México.

Durante la Revolución mexicana, el Gobierno de los Estados Unidos brindó un respaldo clave a sus facciones preferidas de la clase dominante mexicana, finalmente invadió Veracruz para bloquear la entrada de armas de abril a noviembre de 1914 y amenazó con tomar la Ciudad de México nuevamente. En 1917, una expedición militar estadounidense a México intentó sin éxito capturar al revolucionario campesino radical Pancho Villa.

El Gobierno de Sheinbaum representa a una capa de multimillonarios mexicanos atados de pies y manos a Wall Street y al imperialismo estadounidense y no se puede confiar en que se oponga a la amenaza inmediata y existencial del impulso de Trump para establecer un firme control militar estadounidense sobre el continente americano.

En cambio, la clase obrera debe intervenir urgentemente con base en la principal lección de la historia en cuanto a oponerse a la opresión imperialista: la teoría de la revolución permanente de León Trotsky. Esta teoría marxista, que animó la Revolución rusa de 1917, estableció que, en los países coloniales y semicoloniales, la burguesía es incapaz de llevar a cabo las tareas de la revolución democrática, que incluye centralmente la lucha contra la opresión imperialista. Esta lucha solo puede ser librada por la clase trabajadora tomando el poder como parte de un movimiento socialista internacional en vigorosa oposición a todos los sectores de la clase dominante capitalista.

Como escribió Trotsky sobre China en la década de 1930:

Pero todo lo que pone de pie a las masas oprimidas y explotadas de los trabajadores empuja inevitablemente a la burguesía nacional a un bloque abierto con los imperialistas. La lucha de clases entre la burguesía y las masas de obreros y campesinos no se debilita, sino que, por el contrario, se agudiza ante la opresión imperialista, hasta el punto de una sangrienta guerra civil en cada conflicto grave. La burguesía china siempre tiene una sólida retaguardia con el imperialismo, que siempre la ayudará con dinero, bienes y proyectiles contra los trabajadores y campesinos.

(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de abril de 2024)