Pareciera que el candidato del Partido Demócrata Joe Biden está a punto de ganar suficientes estados para ser elegido presidente de los Estados Unidos. Los medios de comunicación anunciaron durante el día que había ganado en Michigan y Wisconsin, y parece probable que gane en Nevada y Arizona, donde actualmente lleva la delantera. Esto lo colocaría en el umbral de 270 votos electorales, aunque no gane en Pensilvania, Carolina del Norte o Georgia. En estos tres estados, Trump lidera actualmente, pero su ventaja se reduce a medida que se cuentan los votos por correo.
Sin embargo, lo que Biden describió una vez como su “peor pesadilla”, que Trump no acepte una derrota en las urnas, puede, de hecho, estar en marcha.
En un extraordinario discurso en la Casa Blanca el miércoles por la mañana, Trump se proclamó ganador. “Francamente ganamos esta elección”, dijo. “Así que iremos a la Corte Suprema de los Estados Unidos. Queremos que toda la emisión de votos se detenga”. Por “emisión de votos”, Trump quiere decir un alto en el conteo de votos por correo que fueron presentados legalmente.
Trump aumentó su apuesta ayer, declarando la victoria en una serie de estados que aún están en disputa. “Hemos reclamado, a efectos de la votación electoral, el estado de Pennsylvania (que no permitirá observadores legales), el estado de Georgia y el estado de Carolina del Norte, cada uno de los cuales tiene una GRAN ventaja para Trump”, escribió. “Además, reclamamos al estado de Michigan si, de hecho, ¡se ha informado ampliamente sobre un gran número de votos depositados en secreto!”
La campaña de Trump ha presentado demandas en Georgia, Michigan y Pennsylvania para detener el conteo de las papeletas y está exigiendo un recuento en Wisconsin, que podría tardar semanas en completarse. Espera que las impugnaciones legales terminen en la Corte Suprema, que ahora incluye a su más reciente nominada, Amy Coney Barrett, que se instaló sin una oposición seria del Partido Demócrata hace solo unas semanas. En caso de que los resultados sean impugnados, las legislaturas estatales republicanas en estados como Michigan podrían nominar a sus propios electores pro-Trump.
El esfuerzo de Trump para impugnar los resultados de la elección está siendo acompañado por la movilización de fuerzas de extrema derecha. El miércoles por la noche, cientos de partidarios de Trump, algunos con armas largas, intentaron entrar por la fuerza en un centro de recuento de votos en Arizona.
Las protestas “Stop the Count” [Detengan el conteo] frente a las oficinas electorales de Michigan el miércoles por la tarde son solo un pequeño indicio de lo que se está planeando. Hoy se prevén más manifestaciones destinadas a detener el recuento de votos en Georgia, Pensilvania y Michigan, y se espera que también haya manifestantes a favor de la campaña de Trump en Arizona.
Independientemente de si logra o no evitar la derrota a corto plazo --mediante una combinación de impugnaciones legales, manifestaciones de derecha, amenazas y uso real de la violencia--, Donald Trump y el movimiento fascistizante y anticonstitucional cuyo crecimiento ha estado fomentando no van a desaparecer de la escena política.
Como ha advertido repetidamente el World Socialist Web Site desde su intentona golpista en junio pasado, la estrategia política de Trump nunca se ha limitado a cálculos puramente electorales. Durante los últimos tres meses, ha estado haciendo campaña más para el cargo de Führer que de simple presidente. Esa campaña fascistizante no ha terminado.
Incluso si el recuento final de votos va en su contra, Trump y el movimiento a su alrededor seguirán teniendo un papel importante en la política estadounidense. En un perspicaz editorial publicado el miércoles, el Financial Times británico escribió que la intención de Trump al declarar la victoria y desafiar el recuento de votos “no era solo prejuzgar el resultado sino manchar a un presidente Biden (si el demócrata es elegido como tal) presentándolo como ilegítimo. Todavía puede tener éxito”.
El FT continuó: “En un día de pocas certezas, todo lo que se puede decir con seguridad es que EE.UU. no ha terminado con el Sr. Trump (o tal vez sea al revés). Una elección que parecía destinada a purgarlo de la vida pública como una aberración de un solo término le ha dado un papel duradero y central en ella. Aunque no pueda continuar como presidente, se convertirá en la voz de la oposición republicana”.
La agresiva respuesta de Trump a las elecciones se ha visto facilitada por la estrechez del margen de victoria de Biden, y eso suponiendo que los totales de votos finales le den al exvicepresidente los 270 votos electorales necesarios.
Dadas las desastrosas condiciones que existen actualmente en los Estados Unidos, el hecho de que Biden apenas haya logrado arrastrarse hasta la línea de meta es en sí una acusación devastadora de la campaña llevada a cabo por el Partido Demócrata. No solo el propio margen de victoria de Biden (de nuevo, suponiendo que la tendencia actual continúe) es sumamente estrecho, sino que la actuación de los demócratas en todo el país ha sido penosa. No lograron avanzar en las elecciones senatoriales y de hecho perdieron escaños en la Cámara de Representantes.
Incluso con un número de muertes de casi 250.000 como resultado de la política homicida por parte de la Administración de Trump de “inmunidad colectiva” y tasas de desempleo a niveles no vistos desde la Gran Depresión, la campaña de Biden fue tan ineficaz que Trump pudo conseguir más de 68 millones de votos. Solo se puede concluir que si no fuera por la pandemia, Trump habría ganado las elecciones fácilmente, y tal vez de forma aplastante.
El Partido Demócrata, un partido de Wall Street, las agencias de inteligencia y el ejército, fue orgánicamente incapaz de apelar a los intereses sociales de la clase obrera. En relación con la pandemia, los demócratas no propusieron nada fuera de un mandato nacional de uso de mascarillas para detener el virus o lidiar con la pobreza y el desempleo masivos. En estados como Wisconsin, que es actualmente un epicentro de la pandemia, Biden fue capaz de aumentar su porcentaje de votos solo marginalmente en comparación con Clinton en 2016.
Lejos de tratar de exponer la demagogia de Trump y el carácter fraudulento de su pretensión de representar a la clase obrera, el Partido Demócrata redobló su incesante promoción de la raza como la cuestión fundamental y definitoria de la sociedad estadounidense. Hizo todo lo posible para promover la narrativa empíricamente falsa y políticamente reaccionaria que difama a la “clase obrera blanca” como la base natural y ciegamente devota de Trump.
Además, Biden, en las últimas semanas de la campaña, eligió no convertir en tema de discusión la estrecha asociación de Trump con y su fomento abierto de la violencia fascista contra los funcionarios del Partido Demócrata, incluida la gobernadora Whitmer de Michigan.
Mientras Trump hace todo lo que puede para permanecer en el poder e incitar a la violencia de tinte fascista, Biden está respondiendo con perogrulladas y somníferos. En sus comentarios del miércoles por la tarde, Biden dijo que era necesario “dejar atrás la severa retórica de campaña para bajar la temperatura”. Añadió, “Para progresar, tenemos que dejar de tratar a nuestros oponentes como enemigos”.
Los comentarios de Biden dejan claro cómo los demócratas abordarán el conflicto político en las próximas semanas. Harán todo lo posible para bloquear la oposición popular masiva a las conspiraciones de Trump. Los demócratas quieren evitar la aparición de una oposición a Trump que amenace los intereses de Wall Street y el imperialismo estadounidense.
Si Biden llega al poder en enero, los demócratas presidirán una Administración derechista de austeridad y militarismo. Inmediatamente buscarán una alianza política con sectores del Partido Republicano y se adaptarán a la extrema derecha. Una administración Biden creará las mejores condiciones para el crecimiento de un movimiento fascistizante de extrema derecha, ya sea liderado por Trump o por alguien más.
En esta situación, la actitud política más peligrosa es la complacencia. Creer que la situación política volverá a la “normalidad” es tan realista como el sueño bíblico de que “morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará”.
Lejos de haber resuelto la crisis, las elecciones y su resultado son una advertencia. La democracia estadounidense agoniza. Las malignas úlceras sociales desarrolladas por los asombrosos niveles de desigualdad no se curarán milagrosamente.
El peligro al que se enfrenta la clase obrera es una forma de autoritarismo estadounidense, en el que los militares y la policía se presentan como defensores del “orden”, en colaboración con elementos fascistizantes.
Esta amenaza política real puede ser derrotada, pero eso requiere el desarrollo de un movimiento socialista de masas de la clase obrera, absolutamente independiente del Partido Demócrata y sus agentes políticos.
El análisis político y el programa desarrollado y avanzado por el Partido Socialista por la Igualdad a lo largo de la campaña electoral de 2020 han demostrado ser correctos. Instamos a los partidarios de nuestra campaña y a los lectores del World Socialist Web Site a sacar las lecciones políticas esenciales de los eventos del último año y a tomar la decisión de unirse y construir el Partido Socialista por la Igualdad.
(Publicado originalmente en inglés el 5 de noviembre de 2020)