Tres días antes de que finalice la emisión de votos en las elecciones presidenciales, Estados Unidos se encuentra en medio de una crisis social, económica y política sin precedentes. La pandemia de coronavirus, que ya ha cobrado la vida de 235.000 estadounidenses, se está expandiendo a gran velocidad, alcanzando récords de nuevos casos. Diez millones de personas están desempleadas y enfrentan hambre, pobreza y falta de vivienda. Trump, a la zaga en las encuestas, está conspirando para permanecer en el poder ignorando o anulando los resultados del voto popular e incitando violencia fascista en las calles.
Bajo estas condiciones, el Partido Demócrata y su prensa afiliada insisten que los trabajadores y jóvenes necesitan dar toda su energía a la elección de Joe Biden.
Esta línea no solo proviene del propio Partido Demócrata, sino también de las organizaciones supuestamente “socialistas” o de izquierda que en torno suyo. La dirección de los Socialistas Demócratas de Estados Unidos (DSA, sigla en inglés) circuló una carta a principios del mes prometiendo dar todo para garantizar la mayor participación electoral a favor de Biden. En una discusión en línea con el presidente del Consejo Editorial Internacional del WSWS, David North, el miércoles por la noche, Adolph Reed Jr., un prominente académico de izquierda y miembro de DSA, insistió, “Obviamente, necesitamos hacer todo lo posible para intentar conseguir una victoria de Biden”.
El argumento “izquierdista” de apoyar a Biden fue resumido en un artículo de opinión en el New York Times el martes. La columna, escrita por el periodista independiente Zeeshan Aleem, fue publicada en la edición impresa bajo el título “Por qué los socialistas deben votar por Biden”.
La decisión del Times, el principal diario del Partido Demócrata, de solicitar la columna de Aleem refleja el temor en la clase gobernante ante el aumento de la oposición popular al capitalismo y la hostilidad hacia el Partido Republicano y el Demócrata. Está reuniendo argumentos para contener y desviar esta ira.
Los argumentos de Aleem no son nada originales. La política de la clase media se ve definida, como norma, por los cálculos más miopes y pragmáticos. Siendo incapaces de arraigar su política en un análisis científico de las bases económicas de la sociedad, hostiles hacia cualquier evaluación seria de los intereses de clase que impulsan las acciones del Estado, opuestos a un examen crítico de los programas de los partidos políticos y, en particular, furiosos hacia cualquier intento de sacar lecciones de la historia para formular un estrategia y tácticas, los representantes políticos de la pseudoizquierda siguen en procesión el velorio de la élite gobernante.
Su dependencia económica en la élite gobernante se refleja en su incapacidad para formular un programa político y una orientación independientes. Estas notorias características reaccionarias de la política de la clase media, a las que los marxistas han apuntado frecuentemente, por lo usual se evidencian de la forma más miserable y cobarde en su actitud hacia las elecciones. Abandonan cualquier pretensión de independencia política respecto a la política de la élite corporativo-financiera —incluso aquellos que avanzan frases socialistas—. La política del “menos malo” se proclama como una necesidad ineludible.
“Si te imaginaras una pesadilla para la izquierda socialista”, comienza Aleem, “sería difícil pensar en alguien más horrendo que el presidente Trump”. Sin embargo, se muestra preocupado de que “en algunos sectores de la izquierda hay señales de vacilación en cuanto a votar por Joe Biden”.
“Los izquierdistas”, insiste Aleem, no solo deberían votar por Biden, sino que deberían hacerlo con entusiasmo. “La política”, escribe, “es acerca del balance de poder en la sociedad, entre el capital y el trabajo, entre las elites y los marginados”.
¿Cómo, exactamente, inclinará votar por Biden el poder en la sociedad del capital hacia el trabajo y de las “elites” a los “marginados”? La columna de Aleem excluye cualquier análisis real de lo que es el Partido Demócrata y los intereses de clase que representa.
El Partido Demócrata es un partido de Wall Street y los militares. De hecho, a medida que se acercan las elecciones, la recaudación de fondos de Biden en el tercer trimestre se ha visto beneficiada por una entrada de dinero de la industria financiera, que contribuyó con más de 50 millones de dólares a la campaña de los demócratas en el tercer trimestre, frente a 10 millones de dólares para Trump. Politico tituló un reciente artículo sobre la actitud de los mercados hacia las elecciones, “Mientras Trump advierte de un desastre económico, Wall Street se inclina por Biden”.
Durante los últimos cuatro años, la oposición del Partido Demócrata a Trump no se ha centrado en su política fascistizante, sino en la exigencia de las facciones dominantes del ejército y de los organismos de inteligencia de una política exterior más militarista contra Rusia y en Oriente Próximo, lo que culminó en el fiasco del juicio político.
Biden cuenta con el apoyo de algunos de los principales criminales de guerra del imperialismo estadounidense, que han causado estragos entre los “marginados” de todo el mundo: John Negroponte, el exembajador de EE.UU. en Honduras durante la guerra respaldada por EE.UU. contra los sandinistas, exembajador en Irak y exdirector de la inteligencia nacional; Michael Hayden, el exdirector de la CIA implicado en la construcción de centros de tortura clandestinos bajo Bush; Colin Powell, uno de los principales arquitectos de la invasión de Irak en 2003; e incontables otros.
Esta es la campaña que Aleem afirma que los socialistas deben apoyar “sin disculpas ni vergüenza, e incluso con algo de emoción”.
Según Aleem, la elección de Biden producirá un “terreno político más propicio para el cambio”, creando las condiciones para que “los socialistas emprendan una ofensiva y promuevan un sistema de Medicare para todos” y un “Nuevo Trato Verde”.
La política de una Administración demócrata, sin embargo, no será de reforma social, sino de brutal austeridad. Aleem no señala que los ocho años de la Administración de Obama, en los que Biden fue vicepresidente, no fueron años de reforma social sino de una transferencia masiva de riqueza a los ricos tras la crisis económica y financiera de 2008. De hecho, fue el legado de Obama, junto con el carácter derechista y militarista de la campaña de Hillary Clinton, lo que permitió que Trump se posicionara demagógicamente como un oponente del statu quo.
Aleem tampoco menciona –ni lo hace ninguno de los apologistas de Biden— que el Partido Demócrata apoyó, de manera casi unánime, el rescate multimillonario de Wall Street en marzo, la llamada Ley CARES. A fin de pagar por esta transferencia de riqueza a los ricos, la clase dominante está exigiendo que los trabajadores vuelvan a trabajar y arriesguen sus vidas para generar ganancias.
Los demócratas no proponen nada para hacer frente ni a la propagación de la pandemia ni a la masiva crisis social y económica que ha producido, salvo que todos lleven una mascarilla. Significativamente, entre las palabras que no aparecen ni una sola vez en la columna de Aleem están “pandemia”, “coronavirus”, “desempleo”, “pobreza”, “hambre” o “falta de vivienda”. Tampoco hace ninguna referencia a la guerra ni al militarismo.
Aleem afirma que una participación electoral masiva a favor de Biden “podría también inclinar el resultado de las contiendas locales reñidas” y “ayudar a asegurar que los demócratas recuperen el control del Senado”. Pero, ¿quiénes son estos demócratas de las “contiendas locales”? Como lo ha documentado extensamente el WSWS, muchos de los candidatos y actuales representantes del Partido Demócrata en el Congreso provienen directamente de las agencias militares y de inteligencia.
Luego está la afirmación de que elegir a los demócratas es necesario para contrarrestar las “amenazas únicas que presenta el Sr. Trump para la democracia”, incluso a través de su “politización del Departamento de Justicia y los llamamientos a la represión violenta de las protestas”. Se necesita una “movilización masiva de la izquierda”, escribe Aleem, “dados los intentos [de Trump] de manipular y cuestionar la legitimidad de los votos por correo”.
De hecho, Trump no sólo está cuestionando la legitimidad de los votos por correo, sino que está intentando organizar un golpe de Estado para establecer una dictadura presidencial. Lejos de oponerse a las conspiraciones fascistas de Trump, sin embargo, los demócratas han hecho todo lo posible para encubrir lo que está sucediendo e impedir una movilización en su contra.
En las últimas semanas de la elección, los demócratas no avanzaron ninguna oposición a que Amy Coney Barrett fuera llevada a la Corte Suprema, donde participará en los casos presentados por Trump para impugnar los resultados de la elección.
Durante los últimos cuatro años, los demócratas se han dedicado a bloquear la oposición popular a Trump, comenzando con la infame declaración de Obama de que las elecciones son un “juego interno” entre dos bandos “del mismo equipo”. Los demócratas están aterrorizados de hacer o decir algo que fomente la resistencia popular a Trump, porque esta resistencia amenazará con convertirse en un movimiento más amplio contra la clase dominante y el sistema capitalista que defiende.
En su columna del Times, Aleem se refiere a “una postura muy marginal de la izquierda” que se opone al apoyo a Biden. Aquí, se refiere claramente al Partido Socialista por la Igualdad y al World Socialist Web Site. Sin embargo, falsifica la posición de los auténticos marxistas, afirmando que sostienen “que la elección de reaccionarios como el Sr. Trump intensifica la crisis que inspirará a la gente a volcarse al socialismo y justifica hacer caso omiso a las elecciones o votar por terceros candidatos”.
Esta es una mentira descarada, y Aleem lo sabe. De hecho, los marxistas insisten en que una lucha auténtica contra el Gobierno de Trump y contra el ascenso de la extrema derecha solo es posible mediante la movilización independiente de la clase obrera en oposición al Partido Demócrata.
Finalmente, Aleem afirma que la “izquierda” está “invirtiendo en su propio futuro electoral al tomar en serio el voto por el Sr. Biden”. Si se convierte en “una base de apoyo consistente en lugar de una amenaza periódica en cuanto a las cifras de participación electoral potencial, [la izquierda] tendrá más influencia sobre la cúpula del partido”.
Este es el argumento más torpe de todos. Mientras que los demócratas hacen todo lo posible para bloquear la oposición a Trump, son despiadados cuando se trata de la oposición de izquierda. En las elecciones de 2020, los demócratas intervinieron para bloquear los esfuerzos del Partido Socialista por la Igualdad para ser incluido en las papeletas en Michigan, California y otros estados, insistiendo en que teníamos que reunir decenas de miles de firmas en medio de una pandemia. En Michigan, el Gobierno estatal controlado por el Partido Demócrata, que es uno de los principales blancos de la conspiración golpista de Trump, está incluso tratando de evitar el recuento de votos anotados para la campaña del PSI.
En cuanto a la afirmación de Aleem de que figuras como Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez han logrado desplazar al Partido Demócrata hacia la izquierda, también es una mentira. De hecho, cuanto más profundamente se incrusta Sanders en la conducción del Partido Demócrata, mayor es el desprecio con el que él y sus partidarios son tratados. De hecho, Biden aprovecha cada oportunidad que tiene para declarar que fue él quien “venció al socialista”.
Aleem concluye declarando: “Una izquierda sofisticada y estratégica —una izquierda que se esfuerza por obtener el poder— sabe cómo escoger sus luchas y sus adversarios”. Votar por Biden, afirma, “es una de las formas más simples y tangibles de inclinar el campo de juego y ofrecer algo de protección a los vulnerables... Los socialistas deberían luchar como el demonio por conseguir que el Sr. Biden asuma el cargo, y luego luchar como el demonio en su contra el día en que se convierta en presidente”.
El intento de subordinar la oposición de los trabajadores y la juventud al Partido Demócrata no se trata de “obtener el poder” ni alcanzar el socialismo, sino de prevenirlo. En definitiva, los “socialistas” de los que habla Aleem, los que “invierten” en su futuro, son aspirantes a operarios dentro del Partido Demócrata, que quieren un “socialismo” que no implique ningún cambio en las relaciones de propiedad ni ninguna redistribución de la riqueza, que no proponen más que pequeñas reformas que nunca se lograrán, y que buscan sobre todo volver a como estaban las cosas antes.
Si Biden llega al poder, esta gente no “luchará como el demonio”. Respondiendo a esta afirmación durante el evento de la Universidad Estatal de San Diego, North dijo: “¿Cómo puedes 'luchar como el demonio' para instalar a un político capitalista, decirles a los trabajadores que voten por él, sin importar cuál sea su programa, y luego decir que debes luchar como el demonio una vez que esté en el cargo? Luego, el argumento será que tenemos que asegurarnos de que la derecha no vuelva al poder, porque si Biden se va entonces tendremos a los fascistas”.
En última instancia, el argumento de Aleem y otros innumerables apologistas del Partido Demócrata es el siguiente: esto es todo lo que tenemos. No hay nada “sofisticado” ni “estratégico” en este tipo de política. Es el mismo argumento que se ha empleado en todas las elecciones por décadas. Del mismo modo, la postración hoy día ante el Partido Demócrata se justifica refiriéndose a las consecuencias de la postración de ayer.
La situación a la que se enfrentan los trabajadores de los Estados Unidos y de todo el mundo en estas elecciones es urgente. Trump representa a una facción de la oligarquía que, en condiciones de una crisis sin precedentes disparada por la pandemia del coronavirus, está recurriendo abiertamente a formas de gobierno fascistizantes y autoritarias. Sin embargo, Trump no apareció de la nada. No es un demonio del infierno, sino un producto del capitalismo estadounidense.
La resolución de la crisis a favor de los intereses de la clase obrera depende de la construcción de una dirección política socialista. Toda la experiencia histórica ha demostrado que no hay nada más destructivo para el desarrollo de la conciencia de clase de la clase obrera que decirles a los trabajadores en una elección que deben votar por el partido capitalista “menos malo”.
Lejos de evitar el peligro de la reacción y la dictadura, la política del “menos malo” agrave el peligro a su manera. Sirve para desarmar a la clase obrera y dejarla completamente desprevenida para lo que vendrá, quienquiera que esté en la Casa Blanca en enero. La tarea no es ofrecer soluciones superficiales y falsas a la crisis, sino basar la política en un análisis científico de la naturaleza de la crisis y los intereses independientes de la clase obrera.
En estas elecciones, el Partido Socialista por la Igualdad llama a todos sus partidarios a votar por escrito a Joseph Kishore y Norissa Santa Cruz para presidente y vicepresidenta, y a partir de ahí tomar la decisión de unirse al Partido Socialista por la Igualdad y construir un verdadero movimiento revolucionario, internacionalista y socialista de la clase obrera.
(Publicado originalmente en inglés el 31 de octubre de 2020)
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