La contundente derrota del sindicato Retail, Warehouse and Department Store Union (RWDSU) en la planta de Amazon en Bessemer, Alabama, revela el alejamiento de los trabajadores respecto a los sindicatos proempresariales.
En una instalación de 5.800 trabajadores, solo 738 (menos del 13 por ciento) votó a favor del sindicato. Aproximadamente el 50 por ciento participó en el voto y menos de una tercera parte de los votos emitidos fue a favor del RWDSU. Los resultados demuestran que la campaña del RWDSU no alcanzó a los trabajadores, quienes permanecieron hostiles o indiferentes.
El RWDSU predeciblemente está intentando atribuir su debacle a intimidación por parte de la empresa. El presidente del RWDSU, Stuart Appelbaum, declaró que los trabajadores temían “perder sus trabajos si votaban a favor del sindicato”. Dijo que Amazon se esforzó “muchísimo en traer un buzón de correo muy extraño en su propiedad” para recolectar los votos y que la empresa dijo que la fecha límite para la votación era antes de la verdadera.
La explicación de Appelbaum es completamente absurda. En primer lugar, ninguna organización obrera auténtica espera que sus esfuerzos consigan el apoyo de la empresa. Los sindicatos industriales fueron construidos en Estados Unidos como organizaciones de masas bajo condiciones en que los patrones recurrían a masacres, al Ku Klux Klan, los Pinkerton y otros grupos de vigilantes para derrotar a los trabajadores insurgentes. Alabama fue en sí el escenario de violentas batallas de clases contra una enconada resistencia de las élites gobernantes capitalistas.
En comparación con o que los sindicatos enfrentaron en un periodo más temprano, las condiciones de la votación en Bessemer fueron prácticamente idílicas. El voto sobre el RWDSU contó con el apoyo de los sectores dominantes del aparato estatal y la prensa, incluyendo a docenas de miembros del Congreso y el respaldo explícito del presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
No obstante, la afirmación de Appelbaum de que el RWDSU tan solo pudo conseguir el apoyo de 13 por ciento de los trabajadores porque Amazon colocó un “buzón de correo extraño” en las instalaciones es una explicación que solo puede venir de ejecutivos enriquecidos sin ningún vínculo a la clase obrera ni a la lucha de clases. En cuanto a la afirmación de que Amazon engañó a los trabajadores para que votaran más temprano de lo necesario, esto no puede explicar la participación tan abismal de 50 por ciento. Si acaso hubiera producido el resultado opuesto.
¿Cuáles fueron las razones reales de la derrota? Podemos sugerirle a Appelbaum que se fije en los cuarenta años de traiciones interminables de la confederación AFL-CIO, remontándose a la negativa de los sindicatos a defender a los controladores aéreos de PATCO en su lucha contra los esfuerzos del Gobierno de Reagan para romper su huelga en 1981; la secuencia interminable de contratos entreguistas en los que los sindicatos aprobaron recortes salariales, de beneficios y puestos de trabajo; y la transformación de los sindicatos en instrumentos de la gerencia corporativa, en una fuerza policial laboral compuesta y liderada por ejecutivos con remuneraciones sumamente elevadas, incluyendo al propio Appelbaum (salario de $344.464).
La operación para instalar al RWDSU en Amazon no arrancó desde abajo como un movimiento de las bases. En cambio, fue una operación de la AFL-CIO, la clase gobernante y el Estado impulsada desde arriba. La intervención del Partido Demócrata y Biden refleja los cálculos se sectores importantes de la clase gobernante de que la clase obrera puede ser controlada más fácilmente si es colocado bajo la custodia estatal de facto de los sindicatos.
El sindicato no avanzó ninguna demanda relacionada con los sueldos ni las condiciones laborales. No pudo hacer ninguna demanda eso habría sacrificado el apoyo del Partido Demócrata, junto a secciones del Partido Republicano como el senador fascistizante de Florida, Marco Rubio, quien respaldó la sindicalización en marzo. El único resultado concreto que el RWDSU les traería a los trabajadores iba a ser una sustracción adicional de sus sueldos de pobreza para las cuotas sindicales.
El RWDSU hizo todo lo que pudo para no asociarse con ninguna militancia obrera. De haber ganado la elección, sus planes habrían sido atar y amordazar a los trabajadores a través de la Junta Nacional de Relaciones Laborales y el impenetrable derecho laboral estadounidense, al tiempo en que aprobaba un contrato entreguista que probablemente ya tenía guardado en su bolsillo trasero.
La campaña del RWDSU generó más entusiasmo entre las capas privilegiadas de la clase media-alta representadas por publicaciones como Jacobin y Left Voice que entre los trabajadores de Amazon. Los sindicatos les ofrecen un mecanismo para alcanzar la “paz laboral”, reconciliando sus deseos de reformas menores dentro del sistema capitalista con una bolsa de valores en alza.
Estas organizaciones pseudoizquierdistas están lamentando el resultado del voto. También les han ayudado a los demócratas y al sindicato a presentar la campaña en términos principalmente raciales, como una continuación de Black Lives Matter [Las vidas negras importan].
Sin embargo, tal mensaje racialista cayó en saco roto entre los trabajadores predominantemente afroamericanos. De hecho, las entrevistas de la prensa con los trabajadores de Amazon, quienes expresaron oposición hacia el intento de presentar su situación en términos puramente raciales, sugieren que este mensaje fue espectacularmente contraproducente. No cabe duda de que muchos trabajadores vieron que tal perspectiva solo podida ayudar a dividirlos ante una empresa con una fuerza laboral global de 1.2 millones de personas de todas las razas y nacionalidades.
El voto en Bessemer no solo fue una debacle para el RWDSU y la AFL-CIO, sino también para el Partido Demócrata y todas las organizaciones de la clase media que lo rodean. El hecho de que la intervención directa de Biden en la votación no tuviera un impacto o incluso redujera el apoyo para el RWDSU demuestra lo alienada que está la élite política en relación con la clase obrera.
Existe una oposición social enorme y cada vez mayor en la clase obrera. Entre los trabajadores de Amazon, la oposición a las condiciones de explotación extrema es masiva. El impacto de la respuesta de la clase gobernante a la pandemia, que ha matado a más de 570.000 personas solo en EE.UU., ha tenido un impacto de gran alcance en la consciencia de toda una generación de trabajadores y jóvenes, exponiendo la naturaleza brutal e irracional del capitalismo.
Incluso durante el voto en Bessemer, estallaron huelgas importantes por todo el país de estudiantes de posgrado, enfermeros, trabajadores siderúrgicos y, a pocos kilómetros de Bessemer, Alabama, mineros de carbón. En cualquier caso, los sindicatos se han dedicado a aislar y derrotar las aspiraciones de los trabajadores. Ayer, los mineros de Warrior Met en Alabama votaron contundentemente, 1.006 contra 45, en contra de un contrato entreguista que el sindicato United Mine Workers (UMWA) intentó imponerles.
Lo que demuestra el voto en Bessemer es que los trabajadores no consideran a los sindicatos instrumentos para avanzar sus intereses. Los llamados “sindicatos” no son organizaciones obreras. Son organizaciones que representan a una capa de la clase media-alta que está completamente vinculada a la gerencia y al Estado capitalista.
Los trabajadores necesitan extraer las conclusiones necesarias de esta experiencia. Ante todo, el rechazo del RWDSU apunta a la necesidad de los trabajadores de organizaciones alternativas a los sindicatos proempresariales que sean auténticamente democráticas y receptivas a sus necesidades y que no estén dominadas por una camarilla burocrática.
La AFL-CIO y sus afiliados no pueden ser transformados en instrumentos de la lucha de clases. Colectivamente constituyen empresas corporativas de miles de millones de dólares cuyo personal está conformado por decenas de miles de ejecutivos con sueldos elevados que los colocan en el 10 por ciento más rico y, en muchos casos, en el 5 por ciento más rico de la población.
La tarea de los socialistas no es servir de apologistas y propagandistas de organizaciones conectadas al Estado capitalista y a las corporaciones, y respecto a las cuales la clase obrera está profundamente alejada.
Por el contrario, los socialistas deben asistir a los trabajadores a crear nuevas organizaciones democráticas de la lucha de clases, controladas por los propios trabajadores y que respondan a sus intereses.
El Partido Socialista por la Igualdad y el World Socialist Web Site abogan por esta perspectiva y están asistiendo a los trabajadores a formar una red de comités de base independientes en las fábricas, las escuelas y todos los lugares de trabajo.
El desarrollo de una red de comités de base en Estados Unidos y en todo el mundo, a la cual los socialistas deben impartir una perspectiva internacionalista y anticapitalista, es algo fundamental para el desarrollo de una contraofensiva de la clase obrera contra la clase gobernante y todo el sistema capitalista.
Para recibir ayuda en formar un comit é en tu lugar de trabajo, contacta al World Socialist Web Site llenando tu informaci ó n en wsws.org/workers.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 9 de marzo de 2021)