Tanto en EE.UU. como en otros países, los trabajadores están involucrados en un aumento de huelgas y luchas militantes, buscando revertir décadas de empeoramiento de sus niveles de vida y condiciones laborales. Como usualmente pasa, el desarrollo de la lucha de clases está arrojando luz sobre aspectos fundamentales de la vida social y política, poniendo a prueba las tendencias y los programas políticos.
Poco después de la media noche el miércoles, casi 600 trabajadores de Frito-Lay en Topeka, Kansas, lanzaron su primera huelga en la instalación desde inicios de los años setenta, cuando el sindicato Bakery, Confectionary, Tobacco Workers and Gran Millers Union (BCTGM) estableció por primera vez su presencia en la planta. La semana pasada, los trabajadores del gigante de aperitivos rechazaron abrumadoramente una cuarta propuesta contractual, desafiando los intentos de BCTGM de aprobar un acuerdo que no atendía las demandas de los trabajadores de aumentos importantes para compensar años de un virtual congelamiento salarial.
La huelga de Frito-Lay es la más reciente de una serie de rebeliones contra acuerdos entreguistas de las empresas y sindicatos. En la planta New River Valley de Volvo Trucks, aproximadamente 2.900 trabajadores están iniciando su segundo mes de huelga después de rechazar contundentemente dos acuerdos promovidos por el sindicato United Auto Workers (UAW). Los contratos habrían aumentado significativamente los costos de la cobertura médica y disuelto los aumentos salariales. En la minera Warrior Met Coal en Alabama, los mineros en huelga rechazaron un contrato respaldado por el sindicato United Mine Workers (UMWA) en abril en un voto abrumador de 1.006 en contra y 45 a favor, y quemaron copias del acuerdo proempresarial fuera de la sede sindical.
Y, más allá de EE.UU., los mineros de níquel en el norte de Ontario empelados por la transnacional Vale Inco continúan su huelga después de rechazar contundentemente un contrato respaldado por el sindicato United Steelworkers (USW) que habría mantenido los aumentos salariales por debajo de la inflación.
En todas las luchas en marcha, los trabajadores están combatiendo condiciones abominables de explotación acordadas de antemano e impuestas por los sindicatos, que se han dedicado los últimos 40 años a integrarse cada vez más en la gerencia y el Estado capitalista. Como lo demuestra la ola reciente de rechazos contractuales, los trabajadores están enfrentando cada vez más abiertamente los esfuerzos corporativos-sindicales en curso para mantener estas condiciones y profundizar los ataques.
Para cualquier organización auténticamente de izquierda, ni hablar de socialista o marxista, tal avance de la capacidad de combate de la clase obrera —y de su oposición a las agencias que operan a instancias de las empresas— no solo debería ser bienvenido, sino asistido y alentado al máximo. Esta ha sido la respuesta del World Socialist Web Site, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional y sus afiliados, los Partidos Socialistas por la Igualdad.
Pero la reacción de un conjunto de partidos y publicaciones que se presentan como izquierdistas o socialistas ha sido completamente la contraria.
La más llamativa ha sido la respuesta — o falta de ella— a la huelga en Volvo Trucks por parte de los Socialistas Demócratas de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) y su principal publicación, la revista Jacobin. Hasta la fecha, Jacobin no ha publicado ni un solo artículo sobre la huelga en Volvo, que ha estado en marcha desde abril. El DSA tampoco ha publicado ninguna declaración oficial al respecto.
El silencio del DSA y Jacobin sobre la huelga de Volvo ha sido completamente imitado de una u otra manera por todo lo que se presenta falsamente como la “izquierda” en EE.UU., desde Socialist Alternative, que no ha publicado ningún artículo sobre la huelga, hasta Left Voice y Labor Notes, que apenas han publicado informes superficiales.
En la poca cobertura que ha aparecido en estas publicaciones, ninguna menciona el Comité de Base de Trabajadores de Volvo (VWRFC, por sus siglas en inglés), que ha liderado la organización de la oposición en la planta de Virginia donde los trabajadores están en huelga. Una notable excepción al apagón mediático sobre el VWRFC fue un artículo en Counterpunch (“La huelga en Volvo” por Kenneth Surin), que mencionó que los trabajadores en la planta “guardan una profunda desconfianza hacia el sindicato, tanto que han formado un Comité de Base de los Trabajadores de Volvo para oponerse al intento del UAW de aislar a los trabajadores en huelga”.
Cabe contrastar la renuencia general de organizaciones como DSA hacia la huelga en Volvo con la cobertura extensa y el apoyo que le dieron a la campaña de sindicalización en la instalación de Amazon en Bessemer, Alabama. El impulso a instalar un sindicato en Bessemer se condujo desde arriba hacia abajo y contó con la aprobación del Estado y el respaldo oficial del Gobierno de Biden, el Partido Demócrata e incluso sectores del Partido Republicano, junto a sectores importantes de la prensa corporativa.
Mientras que Jacobin no ha publicado nada sobre la huelga en Volvo, produjo casi 50 artículos sobre la campaña del sindicato Retail, Wholesale and Department Store Union (RWDSU) para instalarse en Amazon. Socialist Alternative produjo 15 artículos, Left Voice 10 artículos y Labor Notes 8 artículos.
En condiciones de un movimiento cada vez mayor de la clase obrera contra los sindicatos propatronales, la pseudoizquierda busca apuntalar al mismo aparato sindical, oponiéndose enconadamente a cualquier iniciativa y organización independientes de la clase obrera. El DSA ha declarado que su “máxima prioridad nacional” es garantizar la aprobación de la Ley de Protección del Derecho a Organizarse o Ley PRO (por sus siglas en inglés), un proyecto de ley patrocinado por el Partido Demócrata que busca afianzar los soportes de los sindicatos, particularmente su capacidad para “organizar” a sectores de trabajadores que no están sindicalizados, como los del sector casualizado (o “gig”) en Uber, Lyft y Doordash.
Las respuestas distintas del DSA y otros grupos pseudoizquierdistas hacia cada esfuerzo respaldado por el Estado para expandir los sindicatos —un entusiasmo inagotable— y hacia la rebelión contra el UAW en Volvo —un silencio gélido— refleja las bases sociales y la orientación política de tales organizaciones, que no representan a la clase trabajadora, sino a secciones privilegiadas de la clase media-alta.
La pseudoizquierda insiste incansablemente en la supremacía de las agencias policiales corporativas que se hacen llamar falsamente “sindicatos” debido a su papel en disciplinar a los trabajadores y subordinarlos al Partido Demócrata, en el cual operan o hacia el cual están orientados todos estos grupos.
Una de las grandes razones por las que el DSA no ha dicho nada sobre la huelga en Volvo es el papel protagonista que han desempeñado el WSWS y el Partido Socialista por la Igualdad, que asistió a los trabajadores a formar el VWRFC y que ha recibido un amplio apoyo de aquellos opuestos al corporativista UAW. Si bien el DSA denuncia rutinariamente al WSWS como “sectario”, lo que realmente temen es el crecimiento de su influencia entre la clase obrera y la posibilidad de un amplio movimiento de los trabajadores hacia el socialismo, lo que amenazaría las considerables carteras de inversiones de las capas de la clase media-alta que representan el DSA y Jacobin .
Su concepción del “movimiento obrero” consiste en uno completamente integrado al Estado y a la gerencia corporativa, y dentro del cual ciertos sectores de la clase media sirvan de árbitros. Esto significa, en las condiciones actuales, un “movimiento obrero” dedicado ante todo a la supresión de la lucha de clases y la imposición de las demandas de la clase gobernante.
Un número cada vez mayor de las organizaciones de la pseudoizquierda se han incorporado a la jerarquía sindical y han recogido la riqueza y privilegios que ofrece. Quizás el ejemplo reciente más prominente es el de Jesse Sharkey, presidente del sindicato magisterial Chicago Teachers Union (CTU) y antiguamente un dirigente de la difunta Organización Internacional Socialista (ISO, por sus siglas en inglés). Ahora pertenece al DSA.
La integración de la pseudoizquierda en la estructura de los sindicatos ha coincidido con la transformación de los propios sindicatos en brazos de las empresas y el Estado, siendo cada vez más incapaces de ocultar su subordinación ante las ganancias empresariales y su hostilidad a los intereses de los trabajadores.
Comenzando de lleno con la derrota de la huelga de los controladores de tráfico aéreo de PATCO hace casi 40 años, la cual fue deliberadamente aislada y derrotada por la federación AFL-CIO, los sindicatos se han dedicado a ofrecer una mano de obra sumamente regimentada y controlada en donde sea que tengan influencia, con salarios los suficientemente bajos para que los trabajadores estadounidenses sean “competitivos” a nivel internacional.
Entretanto, los sindicatos han perdido miembros como una hemorragia. Esto se ha debido tanto por la destrucción de sectores enormes de empleos en las industrias automotriz, siderúrgica y otras —la resistencia fue suprimida por los propios sindicatos— como por el rechazo cada vez mayor a los sindicatos por parte de los trabajadores, quienes han sido testigos de o sufrido sus interminables traiciones.
La inhabilidad del RDWSU de hacer que más del 13 por ciento de los trabajadores en la planta de Amazon en Bessemer votaran a favor de incorporarlo no refleja ningún giro de los trabajadores hacia la derecha. Por el contrario, manifiesta lo mismo que los rechazos masivos a los contratos respaldados por los sindicatos en Volvo y Frito-Lay.
Aun así, los ejecutivos y oficiales sindicales se han enriquecido a lo largo del proceso. Objetivamente, se han integrado a una clase social diferente de los trabajadores, recibiendo sueldos desde los cien mil al medio millón de dólares aproximadamente, colocándose en el 5 o incluso el 1 por ciento de mayores ingresos. Han invertido sus activos cada vez más en la bolsa de valores, con lo cual ha aumentado su hostilidad y temor hacia cualquier movimiento de los trabajadores que pueda tumbar el régimen de bajos salarios sobre los cuales se basan las ganancias empresariales y los precios inflados de las acciones en EE.UU.
El aparato sindical en EE.UU., que ha estado dominado durante gran parte de su historia por un anticomunismo feroz y el apoyo al capitalismo, se ha trasladado aún más hacia la derecha política, adaptándose al cambio en sus intereses materiales. Ahora constituyen un caldo de cultivo para el nacionalismo más reaccionario, el corporativismo e incluso la política fascistizante.
Mientras que la creciente rebelión de los trabajadores contra los sindicatos contraria todas las posiciones de la pseudoizquierda, confirma los pronósticos políticos del WSWS y el CICI.
Durante la huelga de PATCO, la Workers League [Liga Obrera], predecesora del Partido Socialista por la Igualdad en EE.UU., advirtió que la subordinación de la AFL-CIO al capitalismo y sus principales partidos políticos desembocaría en una derrota tras otra, subrayando que “la lucha contra estas traiciones no puede basarse únicamente en la militancia, sino que exige una estrategia política para la lucha contra el Gobierno”. Sacando un balance de las derrotas de los años ochenta, culminando en la disolución de la Unión Soviética por parte de la burocracia estalinista, el CICI concluyó que los sindicatos y las otras burocracias laborales nacionales ya no eran capaces para defender, incluso de una forma limitada, los intereses de la clase obrera.
En el Día Internacional de los Trabajadores este año, el CICI avanzó esta perspectiva haciendo un llamado a la formación de la Alianzapers Obrera Internacional de Comités de Base (AOI-CB). Este llamado a construir la AOI-CB explicó que “buscará desarrollar el marco para nuevas formas de organizaciones de base independientes, democráticas y militantes en las fábricas, escuelas y otros lugares de trabajo a nivel internacional” y que “será el medio por el cual los trabajadores en todo el mundo podrán compartir información y organizar una lucha unida”.
La lucha de los trabajadores en Volvo y en otras partes ofrece otra confirmación de que esta perspectiva y estas organizaciones son el camino por el cual se desarrollará la lucha de clases.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 7 de julio de 2021)