El Día del Trabajo se está celebrando hoy en Estados Unidos en medio de un devastador resurgimiento de la pandemia y un movimiento cada vez más grande de la clase obrera que busca librarse de los sindicatos corporativistas.
El Día del Trabajo de 2020, las muertes por COVID-19 en EE.UU. habían superado las 190.000. Un año después, se registran más de 660.000 decesos y más de 40 millones de casos. Debido a la propagación de la variante Delta y la política del regreso a las aulas encabezada por el Gobierno de Biden, las hospitalizaciones de niños menores de 17 son cinco veces mayores que en junio. Al menos 76 niños han fallecido por la enfermedad tan solo desde el 22 de julio.
En su mensaje oficial del Día del Trabajo, Biden declaró: “Después de más de un año en el que los trabajadores esenciales realizaron sacrificios extraordinarios y cargaron la nación sobre sus espaldas, este Día del Trabajo vemos más claramente que nunca que necesitamos construir una economía que responda a las necesidades y las aspiraciones del pueblo trabajador”.
Estos “sacrificios extraordinarios” de los trabajadores, en la forma de muertes masivas, son el producto de la decisión deliberada, apoyada tanto por demócratas como republicanos, de subordinar las vidas de millones a las demandas de la oligarquía corporativa y financiera.
Ahora, Biden está rindiendo “tributo” a los trabajadores estadounidenses presidiendo la eliminación de los beneficios federales por desempleo para millones de trabajadores desempleados a partir de hoy. Esto incluye un suplemento federal de $300 por semana para 7,5 millones de trabajadores desempleados y un beneficio similar que siguen pagando los estados para otros 3 millones de trabajadores. El recorte se produce después de que la Corte Suprema anulara la prohibición de desahucios, lo que amenaza hasta 11 millones de hogares en los próximos meses.
La reapertura de las escuelas y los flagelos del hambre y la falta de vivienda tienen la intención de obligar a millones de trabajadores a que vuelvan a lugares de trabajo peligrosos para generar las ganancias necesarias para financiar el rescate a las corporaciones y los bancos. La Reserva Federal sigue inyectando $120 mil millones por mes en los mercados financieros, lo que ha alimentado un aumento meteórico del mercado bursátil y un aumento de 62 por ciento en la riqueza de los milmillonarios estadounidenses desde que comenzó la pandemia.
Independientemente de la retórica de Biden sobre construir una economía para “todos”, los trabajadores estadounidenses están laborando jornadas más largas, produciendo más y ganando menos en términos reales que en 1979. Un reporte preparado por el Economic Policy Institute para el Día del Trabajo de 2021 descubrió que la productividad neta había aumentado 59,7 por ciento de 1979 a 2019, mientras que la compensación típica de un trabajador apenas incrementó 15,8 por ciento.
La caída histórica en la posición de la clase obrera solo ha sido posible gracias a la asistencia de la AFL-CIO y los otros sindicatos. Después de aplastar la actividad huelguística por cuatro décadas, la cifra de huelgas grandes convocadas por los sindicatos el año pasado cayó a ocho, su nivel más bajo desde 1947.
En su declaración del Día del Trabajo, Biden afirmó: “Al pasar los años, el movimiento sindical ha ganado muchas batallas: estableciendo la semana laboral de 40 horas, integrando los lugares de trabajo, eliminando el trabajo infantil, garantizando protecciones de salud y seguridad para los trabajadores e incontables victorias más”.
La mítica descripción de los sindicatos por parte de Biden es completamente diferente a la realidad y él lo sabe. Los sindicatos abandonaron desde hace mucho la jornada de ocho horas, así como las protecciones sanitarias, de seguridad y otras. El United Auto Workers (UAW), el United Steelworkers (USW) y los otros sindicatos han implementado rutinariamente jornadas laborales de 10 y 12 horas en las fábricas. En la autopartista Dana, Inc., las horas extra obligatorias han forzado a muchos trabajadores a laborar semanas de 86 semanas. Un trabajador de 60 años, Danny Walters, falleció por una convulsión, colapsando en la línea de ensamble de la planta de Dana en Dry Ridge, Kentucky.
Mientras los sindicatos han pasado décadas obligando a los trabajadores a aceptar la destrucción de todas las conquistas de luchas enconadas, han asumido un papel crítico durante el último año y medio en forzar a millones a trabajar durante la pandemia.
El gobierno de Biden se apoya actualmente en el sindicato American Federation of Teachers (AFT) para enviar a millones de profesores y alumnos de vuelta a escuelas infectadas por el COVID. En su propia declaración del Día del Trabajo, la presidenta de la AFT, Randi Weingarten, promocionó la campaña del AFT de “Vuelta a la escuela para todos”, que, según escribió, supuso “una campaña al estilo de 'vayan a votar' en apoyo de las clases presenciales... Eso es preocuparse, luchar y mostrarse en acción”.
Weingarten, que gana $500.000 al año por sus servicios a la clase dirigente, demostró su indiferencia por la suerte de los profesores y los niños ante la reapertura de las escuelas. La variante delta, escribió, “nos lanzó una bola curva”. ¡Una bola curva! Weingarten ni siquiera pudo mencionar el número de maestros y otros trabajadores que han muerto y están muriendo a causa de la pandemia, ya que solo expondría su propio papel en el apoyo a las políticas criminales de toda la clase dominante.
Vamos a proporcionarle las cifras: Al menos 1.600 educadores y personal del prescolar a doceavo grado, activos y jubilados, han muerto a causa del COVID-19, incluyendo al menos 181 miembros del personal escolar desde el 1 de julio de 2021. Aunque las cifras exactas son difíciles de obtener, han muerto más de 3.500 trabajadores de la salud, 500 trabajadores de la industria cárnica y de la venta de alimentos al por menor y cientos de trabajadores del transporte público, incluyendo 156 solo en la ciudad de Nueva York.
Los últimos 18 meses difícilmente podrían ofrecer una exposición más devastadora del papel de quienes afirman que los sindicatos oficiales son “organizaciones obreras”. La promoción de la AFL-CIO por parte de los Socialistas Democráticos de Estados Unidos (DSA, por sus siglas en inglés) y otras organizaciones pseudoizquierdistas tiene como objetivo apuntalar la fuerza policial laboral compuesta por ejecutivos de clase media-alta dedicados a aislar y reprimir la lucha de clases.
Pero la clase obrera, que no solo está luchando por mejorar sus salarios y condiciones sino por salvar vidas, está entrando en un conflicto directo con estos sindicatos corporativistas.
En la última semana, miles de trabajadores de Dana han repudiado un contrato propuesto por el UAW y el USW. Los trabajadores de muchas fábricas han rechazado el acuerdo por un margen de 9 a 1, con los trabajadores de Toledo, Ohio, derrotándolo unánimemente por 435 a 0. El UAW y el USW, por su parte, se han negado a convocar una huelga y están obligando a los trabajadores de Dana a trabajar el Día del Trabajo para aprovisionar de piezas a la empresa.
El contundente rechazo de los contratos respaldados por los sindicatos en Dana sigue a la rebelión contra el UAW y a la huelga de seis semanas de los trabajadores de Volvo Trucks en Dublín, Virginia. También sigue a la votación de 1.006 contra 45 rechazando el contrato del sindicato United Mine Workers (UMW) por parte de los mineros de Warrior Met Coal en Alabama a principios de este año y a la obstinada resistencia de las enfermeras de Worcester, Massachusetts, que han hecho huelga durante seis meses.
Hay un movimiento creciente de trabajadores que busca establecer auténticas organizaciones de lucha obrera, comités de base que sean independientes de los sindicatos.
En Dana, los trabajadores de Michigan, Ohio, Kentucky, Missouri y otros estados han formado el Comité de Base de los Trabajadores de Dana para coordinar su lucha y ganar el apoyo de sectores mucho más amplios de la clase obrera. En Volvo, la lucha fue sostenida y dirigida por un comité de base, establecido con la ayuda del World Socialist Web Site .
Esta es la forma en la que la lucha de clases debe desarrollarse y lo hará. Estas condiciones tampoco son exclusivas de Estados Unidos. Un movimiento creciente de trabajadores ferroviarios y de trabajadores de la industria automovilística en la India y el Reino Unido, de trabajadores de autobuses en Irlanda, de mineros en Chile, y de todos los sectores de la clase obrera a nivel internacional, está luchando por liberarse de los grilletes de los sindicatos nacionalistas y procapitalistas.
El reto al que se enfrentan los trabajadores en EE.UU. y a nivel internacional es el de unificar sus luchas en una ofensiva común contra la política de muerte, desigualdad y explotación de la clase dominante. En mayo, el Comité Internacional de la Cuarta Internacional inició la formación de la Alianza Obrera Internacional de Comit és de Base. Los trabajadores de todo el mundo deben asumir como tarea urgente la construcción y expansión de la AOI-CB.
(Publicado originalmente en inglés el 6 de septiembre de 2021)