La imposición del nuevo régimen arancelario estadounidense, presentado ayer por el presidente Trump, constituye una declaración de guerra económica contra el resto del mundo.
Este régimen ha sido impulsado por dos objetivos interconectados. En el ámbito económico, busca obtener cientos de miles de millones de dólares en aumentos arancelarios, pagados en última instancia por empresas y consumidores estadounidenses, para reforzar la posición comercial y financiera de Estados Unidos, que se deteriora cada vez más, a la vez que debilita a sus rivales económicos globales, en particular a China, para mejorar su posición comercial.
También pretende fortalecer la capacidad militar estadounidense mediante el uso de aranceles para obligar a las empresas, tanto extranjeras como nacionales, a aumentar el nivel de sus operaciones en territorio estadounidense, gran parte de las cuales son necesarias para abastecer al ejército.
Bajo el nuevo régimen, Estados Unidos impondrá aranceles recíprocos a diversos países. El arancel no se determina por el arancel efectivamente aplicado a las exportaciones estadounidenses.
Sino que se ha asignado un número a cada uno de los países involucrados. Esto incluye no solo el arancel aplicado a las exportaciones estadounidenses, sino también todas las medidas, como subsidios, regulaciones, medidas de bioseguridad para productos agrícolas y el valor de la moneda, que Estados Unidos considera que tienen el mismo efecto que un arancel al discriminar contra su país.
El arancel recíproco que se aplicará se ha fijado en la mitad de esa cifra. Por lo tanto, para China, un objetivo clave del nuevo régimen, la cifra asignada por las autoridades económicas estadounidenses es de 67, y el arancel recíproco será del 34 por ciento. Esto se sumará al arancel del 20 por ciento ya impuesto a los productos chinos, lo que eleva el nivel arancelario total al 54 por ciento.
Uno de los efectos inmediatos del aumento de aranceles, que entrará en vigor el 9 de abril, será un importante aumento de precios para una amplia gama de productos fabricados en China y adquiridos por los consumidores estadounidenses.
La A la Unión Europea, a la que Trump ha denunciado como una organización creada para perjudicar a Estados Unidos, le ha recibido asignado el número 39, y el arancel será del 20 por ciento.
Los países del sudeste asiático, varios de los cuales se han convertido en centros de operaciones de fabricación para muchas empresas que buscan escapar del efecto de las prohibiciones comerciales impuestas a China, se verán aún más afectados. El arancel para Tailandia será del 36 por ciento, el de Malasia del 24 por ciento y el de Vietnam del 46 por ciento.
El arancel para Corea del Sur, ya afectada por el arancel del 25 por ciento sobre los coches 'fabricados en el extranjero', que entró en vigor a medianoche, será del 25 por ciento. Y la lista continúa.
A todos los países que no se les aplique un arancel recíproco se les impondrá un arancel del 10 por ciento sobre sus exportaciones, una medida destinada, en parte, a impedir que las empresas transfieran algunas de sus operaciones a países no específicamente afectados por Estados Unidos. Ahora no tienen adónde ir.
Trump comenzó su presentación del nuevo régimen arancelario en la Rosaleda de la Casa Blanca con su ya habitual diatriba contra el resto del mundo.
“Durante décadas, nuestro país ha sido saqueado, expoliado, violado y expoliado saqueado por naciones cercanas y lejanas, tanto amigas como enemigas”, dijo, y luego comentó que, en algunos casos, los amigos habían sido peores que los enemigos.
“Durante años, los ciudadanos estadounidenses muy trabajadores se vieron obligados a mantenerse al margen mientras otras naciones se enriquecían y se volvían poderosas, en gran parte a costa nuestra, pero ahora nos toca prosperar”.
Sin embargo, las reiteradas afirmaciones de Trump de que las medidas arancelarias traerán una nueva era dorada a Estados Unidos son una ficción. No reducirán la inflación, sino que aumentarán los precios de una amplia gama de productos. Se prevé que los aranceles a los automóviles aumenten los precios de los automóviles entre 3.000 y 10.000 dólares.
Se perderán miles de empleos, y cualquier nueva planta que se establezca en Estados Unidos estará altamente automatizada, con una pequeña mano de obra para reducir costos.
Además, el llamado 'hecho en Estados Unidos' es inexistente. Todos los automóviles del mundo, incluido el de Estados Unidos, son producto de una compleja división internacional del trabajo. Por ejemplo, la camioneta Ford F-150, uno de los modelos de automóvil considerado 'estadounidense', se compone de miles de piezas importadas de todo el mundo.
Trump afirma que el nuevo régimen arancelario es una panacea que permitirá reducir la deuda pública estadounidense y el déficit comercial.
Pero las estimaciones de los ingresos arancelarios previstos, según Capital Economics, indican que, como máximo, se recaudarán unos 800.000 millones de dólares.
Solo la factura de intereses de la deuda estadounidense, que actualmente ronda los 36 billones de dólares y sigue aumentando, asciende a 1 billón de dólares anuales, convirtiéndose rápidamente en la partida el ítem más importante del presupuesto.
Las políticas comerciales de la administración Trump son internamente contradictorias. Por un lado, busca expandir los mercados de exportación estadounidenses devaluando el dólar, abaratando así los productos estadounidenses en los mercados mundiales. Pero el mantenimiento de su estatus de moneda de reserva, que Trump considera un problema existencial para Estados Unidos —perderlo, según ha dicho, equivaldría a perder una guerra— depende de un dólar fuerte.
Además, por mucho que Trump recuerde al presidente William McKinley y su régimen arancelario de principios del siglo XX, la economía estadounidense ha superado hace tiempo sus fronteras nacionales y depende de una economía global en expansión.
Pero la economía global, que ya experimenta uno de los crecimientos más bajos en décadas, está a punto de sufrir otro duro golpe. Según cálculos publicados a principios de esta semana en el Financial Times, el impacto global en la economía mundial podría ser del orden de los 1,4 billones de dólares si, como es prácticamente seguro, se toman represalias.
A esto se suma el creciente nerviosismo en los mercados financieros, ya de por sí frágiles debido al aumento de la deuda global, tanto de gobiernos como de empresas.
Esto se expresó en la carta que Larry Fink, director ejecutivo de BlackRock, la mayor gestora de activos del mundo, envió a sus accionistas esta semana. Fink afirmó que «el proteccionismo ha vuelto con fuerza» y que, en sus conversaciones, la gente estaba «más preocupada por la economía que en ningún otro momento de la historia reciente».
Cabe destacar que entre los acontecimientos recientes se incluyen la crisis financiera mundial de 2008 y la crisis financiera de marzo de 2020, que provocó la congelación del mercado de bonos del Tesoro estadounidense.
Trump está imponiendo el amplio régimen arancelario bajo la Ley de Poderes Económicos de Emergencia Internacional de 1977 (IEEPA, todas las siglas en el idioma original ), aprobada durante la administración demócrata de Carter. Esta ley le otorga la facultad de declarar una emergencia nacional si existe una amenaza inusual y extraordinaria proveniente del exterior de Estados Unidos que afecte la seguridad nacional, la política exterior o la economía.
La llamada Hoja Informativa emitida por la Casa Blanca indicó que la emergencia nacional se debía al cuantioso y persistente déficit comercial. Este ascendía a 918.000 millones de dólares en 2024, un aumento del 17 por ciento con respecto al año anterior.
El comunicado de la Casa Blanca dejó claro que las consideraciones militares son un factor clave del nuevo régimen arancelario. Los aranceles recíprocos se dirigen contra los países con los que Estados Unidos tiene los mayores déficits comerciales, pero prácticamente cada vez que se abordan cuestiones económicas en el documento, se vinculan con cuestiones militares.
Afirmaba que las políticas y prácticas económicas perniciosas de los socios comerciales socavaban la capacidad de Estados Unidos para producir bienes para el público y las fuerzas armadas, lo que amenazaba la seguridad nacional.
“Hecho en Estados Unidos”, declaró, “no es solo un eslogan, es una prioridad económica y de seguridad nacional de esta administración”.
Las reservas estadounidenses de material militar eran “demasiado bajas para ser compatibles con los intereses de defensa nacional”, y los avances en biofabricación, baterías y microelectrónica debían realizarse “para satisfacer las necesidades de defensa”.
Al explicar el enfoque en las barreras no arancelarias, en particular con respecto a China, afirmó que no solo habían socavado la competitividad estadounidense, sino que también habían amenazado “la seguridad económica y nacional de Estados Unidos al aumentar nuestra dependencia de cadenas de suministro controladas por extranjeros para industrias críticas, así como para bienes de consumo diario”.
La Hoja Informativa describió el núcleo central de la guerra económica.
“La Orden IEEPA de hoy”, declaró, “también contiene la facultad de modificación, lo que permite al presidente Trump aumentar el arancel si los socios comerciales toman represalias o reducir los aranceles si los socios comerciales toman medidas significativas para remediar los acuerdos comerciales no recíprocos y alinearse con Estados Unidos en materia económica y de seguridad nacional”.
En otras palabras, alineaos o os atacarán e alinean a los atacaremos, y con más fuerza si movéis mueven un dedo.
Las medidas arancelarias no son solo una preparación para la guerra; sin duda lo son, y en épocas anteriores podrían haberse considerado un acto de guerra. Hoy, la línea entre la guerra y la paz es difusa, ya que la guerra en el frente económico está directamente ligada al afán expansionista del imperialismo estadounidense: las amenazas de convertir a Canadá en el estado número 51, las operaciones en curso para apoderarse de Groenlandia y el aumento de los bombardeos contra los hutíes en Yemen, por nombrar solo algunos.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 3 de abril de 2025)